miércoles, 5 de junio de 2013

Cuando me enamoro.

-¿Qué te pasa?
Silencio. Suspiró. Iba a contárselo aunque no había nada nuevo, nada que no supiese, pero necesitaba soltar todo aquello una vez, una vez cada cierto tiempo. Y lo curioso es que solo hablaba de este tema desde lo más profundo del alma con Laura.


-Lo de siempre, Laura. Es cada acorde de guitarra acompañado de palabras de amor, aunque sean susurradas lo que me graba su nombre a fuego a contra-tiempo respecto a mis latidos. Empieza lento. Siempre empieza lento. Al principio casi ni se nota, ¿sabes? Comienza con alguna foto de hace tiempo, algún texto bonito, una película romántica o una canción de amor, bueno, mejor dicho de desamor. O simplemente alguien dice su nombre. Suelo decirme a mí misma que no lo echo de menos, que él lo último que me haría ahora es bien, que ha cambiado mucho y no es el de antes. Pero no sirve, Laura, no sirve. Algunas veces logro contener las lágrimas durante un rato, mentalizándome de que no las merece. Pero es que él se merece el mundo, Laura. Y el mundo sería poco para él. Igual que yo, yo soy poco para él. Sé que no hubo nada entre nosotros, lo sé. Pero él fue lo mejor que nunca me pasó. Y, a pesar de que me duela, tengo que aceptar que se ha ido, que ahora lleva otra vida y que yo no estoy en ella. Pero es difícil no querer separarte de una persona, mucho. Aunque, ¿sabes?, creo que eso sí que lo he aceptado, bueno...más o menos. Pero tienes que entender que el amor no se cura ni se olvida, el amor vive mientras vive el enamorado. Y ya sé lo que vas a preguntar, me lo preguntas siempre y siempre contesto lo mismo: No lo sé, no sé si estoy enamorada de él, pero cada día lo pienso más. Es mucho tiempo sin hablarnos y él sigue tan vivo dentro de mí, parece que nunca nos dejamos, lo sigo queriendo igual que el primer día, incluso puede que más, pero con la ilusión bastante más marchitada. ¿Sabes qué es lo que tengo muy claro? Que no hubo, hay, ni habrá nada entre los dos; tuve mi oportunidad y por miedo, por verme pequeña, por no verme preparada, por no querer perderlo, la desaproveché. Sé que voy a arrepentirme toda la vida, porque ninguno me ha calado como él. Tengo que decir que tampoco nunca alguien me ha inspirado tanto. Y es que las mejores palabras, emanan de una herida de amor. Como siempre, gracias cielo, por escucharme, te debo tantas...