domingo, 12 de abril de 2015

Qué buen insomnio si me desvelo sobre su cuerpo.


Caminaba siempre hacia atrás,

y a contra corriente.

Y veía la lluvia caer a cámara lenta,

y el arco iris gritando en cada gota.

Volaba solo con mirar por la ventana

y aterrizaba únicamente para echarse a dormir.

Se bajaba las bragas

cuando la excitación se apoderaba de la parte izquierda de su pecho

(la más grande).

Y se arrancaba el tanga

cuando el amor se atrevía a despeinarla.

Y, en los besos, mantenía los ojos abiertos

solo para ver si el de enfrente los cerraba.

No vestía falda por miedo

a que el viento se pusiese.

Solo miraba hacia la derecha antes de cruzar,

porque había oído que andaba por ahí atropellando libertades.

Y en las curvas, en vez de acelerar, frenaba,

y llenaba de saliva la autopista

(que otros llamaban espalda)

por la que descendía directa al más profondo de los infiernos,

donde se encontraba,

y se abrasaba.