sábado, 29 de septiembre de 2012

He tenido la sensación de que me quieres.

Ya basta de tropezar. Me he dado cuenta que por llorar las cosas no van a cambiar, así que mejor sonreír, ¿no? Que sé que tengo un millón de defectos, ¿y? Como dijo un sabio: el primer amor es el propio. Casi nunca estoy conforme, ¿ambición? puede ser, no voy a negártelo. Soy muy perfeccionista, defecto o virtud, depende de cómo me mires. Amo la música, no podría vivir sin ella. Soy de las que cuando están tristes escuchan canciones tristes para ponerse aún peor. Casi todos los momentos más impactantes de mi vida tienen una banda sonora. Me alimentaría única y exclusivamente de chocolate. Me encanta la fotografía, pulsar un botón y ya tienes algo capturado para siempre, ojalá pudiese hacerse con la felicidad, ¿no? Tan pronto lloro como rio. Nada predecible. La gente suele juzgarme sin conocerme, será que no tienen cosas mejores que hacer, ¿no? Amo leer, es la mejor forma de viajar. Me encantan las tomentas y el olor que dejan. Soy una de las pocas románticas que aún quedan. Escribir, si por mí fuese viviría de eso.

lunes, 24 de septiembre de 2012

The way you make me feel.

No eran la pareja perfecta. Discutían a menudo. Rara vez estaban de acuerdo. Ni si quiera pegaban físicamente. Nadie apostaba por ellos. Lo que los demás no sabían es que a él le encantaba el olor del pelo de ella, le encantaba hacerla sonreír cuando lloraba después de haber discutido, le encantaba abrazarla cuando menos lo merecía, porque sabía que era cuando más lo necesitaba, le encantaba la forma en que ella le mordía la oreja para despertarlo los días que a él se le pegaban las sábanas, le encantaba sentir sus pasos atravesando el pasillo y de repente verla aparecer con su figura escasamente cubierta con un pijama que a él le parecía que sobraba, le encantaba cómo el Sol se posaba sobre su pelo, le encantaba que ella se pintase las uñas de rojo, le encantaba que dejase la marca del gloss sobre su cuello. Tampoco sabían que ella amaba los ojos profundos de él y esa forma de comerle con la mirada, amaba cómo le mordía los labios a mitad de un beso, amaba la manera en que él le acariciaba el pelo cuando ella apoyaba la cabeza sobre sus piernas, tumbada en el sofá, amaba cómo sin hacer ruido se presentaba detrás de ella y la rodeaba con aquellos brazos que ella tanto amaba, amaba cada discusión porque sabía que conllevaba una reconciliación, amaba usar sus sudaderas para dormir y el olor que estas dejaban en ella, amaba cómo poco a poco su espalda se iba ensanchando, amaba el olor de zumo de naranja recién exprimido que atravesaba la casa llegando al dormitorio algún que otro fin de semana que él se despertaba antes solo para verla dormir.
Pero, ¿sabéis qué? Que a ellos les daba igual todo esto, posiblemente si la gente no supiese esas cosas es porque nunca habían querido como lo hacían ellos.

martes, 18 de septiembre de 2012

Voy a tomar de todo menos decisiones.

Respira hondo, tan hondo que su pecho casi pacta una fusión con el comienzo de su largo cuello. Maquillaje que se desliza por el contorno de unas mejillas acostumbradas al roce de las lágrimas que lo impulsan. Luces que se desenfocan a causa del exceso de agua sobre su pupila. Titubeos que se asoman al precipicio de unos labios que están ocultados tras una mano que sujeta firmemente un pañuelo de papel teñido de negro del mismo tono que el rímel. Preguntas que ahora tienen respuesta después de haber vivido siempre a la sombra de la ignorancia. Un mechón de pelo que se deja llevar por el viento y que acaricia tímidamente su frente orientada hacia al suelo. Su canción favorita recorre el cable de los cascos que están conectados al móvil. Un paso inseguro es su única forma de viaje. ¿Equipaje? Unos pocos desengaños, pero que a la espalda pesan. Para. Se queda quieta en medio de la multitud que parece llegar tarde a una vida que no les hace felices. Esconde los puños en las mangas de su chaqueta y frota sus mejillas, agradece el calor de unas manos, aunque sean las suyas propias. Mira hacia su izquierda, ve un pequeño bar moderno. Entra. Se dirige a los baños. En el espejo, un reflejo que no debería permitirse andar por ahí sin sonrisa. Deshace el moño en el que estaba recogido su pelo castaño y ondulado. Saca un pequeño estuche de maquillaje que lleva en su mochila. Perfila sus ojos, algo de pintalabios y un poco de rosa para las mejillas. Se despoja de su chaqueta y de las penas que han sido recogidas en sus mangas, la dobla y la mete en la mochila. Coge algo de dinero y su móvil de un pequeño bolsillo. Sale del baño, dejando en él todo el peso con el que había cargado hasta entonces. Sonríe al salir a la calle. Hoy va a tomar de todo menos decisiones.

lunes, 17 de septiembre de 2012

To write is my way of happiness.

Sentarte en la silla frente a tu escritorio, encender el ordenador, abrir el procesador de textos y escribir. Escribir, joder, algo tan sencillo como pulsar unas teclas o empuñar un bolígrafo cerca de un papel. Escribir. Crear, plasmar sentimientos en unos simples trazos, en fonemas que a veces serán íntimos o que otras verán la luz. Escribir. Contar parte de tu vida embelleciéndola, o contar parte de la vida que te gustaría llevar. Escribir. Dejar entrever tu forma de querer y la forma en la que te han querido. Escribir. Vía de escape para las emociones. Trasparentar tus ambiciones y tus metas poniéndole nombre a alguien que ni si quiera existe pero que lleva la vida con la que sueñas a diario. Escribir. Walt Disney dijo una vez: if you can dream it, you can do it. Si puedes soñarlo, puedes hacerlo.

martes, 4 de septiembre de 2012

Y sigo torturando a mi cabeza por tu piel.

-No puedo besarte.-bajó la cabeza hasta colocarla sobre su pecho, refugiados en aquel portal.
-¿No quieres?
-Sí, sí quiero, ese es el problema.
-No te entiendo.
-Yo soy muy de quedarme pillada y sé que voy a echarte de menos.
-Tranquila. Mañana todavía no importa, piensa en ahora.-él levantó suavemente la cabeza de ella y abrazándola se besaron con ganas de tenerse así para siempre.
Se habían estado besando durante todo el día, no con los labios, pero sí con la mirada, los pequeños roces y las caricias que arrancaban sonrisas que también besaban.
A penas se conocían, pero sus pieles estaban a punto de soldarse. 
Sonrisas contra el filo de sus labios, besos que gritaban en silencio que aquello no acabase nunca, y el desliz de esa mano que recorre la espalda de ella hacia abajo pero que no vuelve.
Después, unos pasos hacia el portal que hizo que todo aquello parara.