jueves, 29 de diciembre de 2016

OJALÁ MÁS BESOS DE ABUELA

Hiciste algo mal: no avisaste.
No nos avisaste y nos hemos quedado con un montón de cosas que eran para ti y que ahora duelen y nos hacen sangrar como nunca antes hemos llorado.
Tenemos montañas de abrazos que no paran de crecer. Se acumulan y pesan, aunque a veces disimulemos.
Estamos guardando historias que jamás vas a poder escuchar. La vida, todas nuestras vidas que están siguiendo. No podíamos pararnos.
Y ya que tú no lo haces, ahora soy yo la que calienta sus manos frías alrededor del café.
Todavía esperamos a que te pongas en las fotos, que si no cuesta sonreír.
No nos avisaste y nos hemos quedado sin un montón de cosas tan necesarias para todos nosotros.
Te has llevado la sabiduría popular y nos has dejado con un montón de pantallas táctiles de mierda.
Y los consejos ya no están. Ni esa capacidad de cuidar de todos a la vez. Ni la oportunidad de cuidarte a ti.
Ni siquiera tenemos tu risa ni aquellos apretones de manos para poner las cosas fáciles a los demás.
Y los domingos dan más miedo ahora que nunca.
No están los besos de abuela (ni los míos ni los tuyos); que ahora beso con cuidado para no echarme a llorar.
También te has quedado abrazos.
¿Cómo olías?
Ya no lo recuerdo.