domingo, 18 de noviembre de 2012

Comparto piso con Soledad.

Sentada en el alféizar de mi ventanta observo cómo los niños juegan con la nieve en la calle. Ríen, se lanzan bolas, intentan hacer muñecos, aunque sin mucho éxito. Me fijo en un niña. Viste unos pantalones blancos y un abrigo rosa con un gorro que le cubre la cabeza. Aún así, pueden verse sus cabellos rubios, casi transparentes. Ella también parece transparente. Está sola. Observa cómo los otros niños se divierten. Hay algo de melancolía en su gesto. No debe de tener más de cuatro años. Se acerca a un hombre que está de pie al lado de un banco, hablando por teléfono. La niña intenta llamar su atención con unos golpecitos en la pierna. Nada. Él se gira hacia el lado contrario. Ella lanza un suspiro que solo yo parezco escuchar. Se agacha. Coge algo de nieve para despistar a su soledad. La pasea entre sus manos, indecisa. Camina hasta un árbol. Se sienta apoyando la espalda contra este. Una lágrima resbala por mi ajado rostro. Veo que ella frota sus ojos. Su respiración es entrecortada. Ahoga sus gemidos para que nadie la oiga llorar. Mis arrugadas manos frotan mis mejillas, sintiendo las hendiduras del tiempo. Hace algo más de sesenta años, cuando yo nací, murió mi madre. Mi padre era un hombre de negocios y siempre estaba de aquí para allá. No recuerdo su rostro de otra manera que no sea arrugado y ocultando una temprana senectud. Nunca supe llamarlo papá, porque nunca pude llamarlo. Hoy, la casa está oscura. Ya no tengo los pasos de quien un día se acostó a mi lado, ni los llantos de unos bebés que ahora viven fuera. Comparto piso con la soledad. No suele hacer mucho ruido y, aunque parece escucharme, nunca responde. De vez en cuando, suena el teléfono, pero mi voz parece cubierta por el polvo, como un instrumento abandonado. Son llamadas por cortesía, porque hay un vínculo madre-hijos, acaban pronto. Corro las cortinas. Las nueve y media. Es hora de echarme en una cama de la que me sobra la mitad.

Recordar debería de estar prohibido.

Hacía tiempo que no echaba de menos así. Ni con tanta frecuencia. No me acordaba de lo que era empezar de cero. Tenía tan dañado el corazón que lo creía encallecido, impenetrable. No recordaba los nervios que puede provocar una sonrisa, ni eso de mirar a alguien sin llegar a cansarte. Ni siquiera cerraba ya los ojos por un olor perfume. Y, cuando pensaba que lo tenía todo bajo control, que era yo quien manejaba mi corazón y la parte de mi cerebro donde guardo mis sentimientos, cuando creía que era fuerte por haber dejado de llorar y por no extrañar, cuando creía que ya no había palabras que me ilusionasen, cuando creía tener al amor comiendo de la palma de mi mano, nos presentaron.
 
Gracias por hacer que vuelva a creer en algo que tantas veces había salido mal.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Save the last dance for me.

Es una vida que has querido más que a la tuya propia, una vida al lado de la cual has imaginado un futuro, una vida a la que querías abrazar y sujetar con fuerza, una vida que querías que estuviese al despertar al otro lado de la almohada, viendo cómo dormías, una vida que querías que te hubiese dado las buenas noches el resto de tu vida. Ahora, ya ni si quiera hay ningún tipo de relación entre su vida y la tuya. Sabes que se ha ido, que ya no estudia en el mismo lugar que lo hacía antes. Sabes que esa vida, esa persona a la que tú habías querido en silencio durante tanto tiempo, se está autodestruyendo. Que la presión social ha cambiado su forma de comportarse, que toma sustancias que antes no concebía tomar, que la escala de sus principios que creías tan firme ha dado un vuelco, toda la madurez que solía presentar a la hora de hablar brilla actualmente por su ausencia.
Pero sigues queriendo su vida como tu vida.

lunes, 29 de octubre de 2012

Desnúdame y ya luego veremos.

Eh tú, sí, tú. Aparca a un lado la timidez y los protocolos. Despójame de mis ansias de libertad. Esta noche soy tuya. Olvídate del "vísteme despacio que tengo prisa". Desvísteme tan rápido como te sea posible, que la noche, como nosotros, es joven. Rómpeme la boca a besos, no te preocupes, la reconstruiremos de la misma forma. Arráncame mis "peros" y mis "yo nunca". Haz que me olvide de si soy o no feliz. ¿Qué más da? Vamos a mantenernos despiertos toda la noche. Que se joda de envidia el Sol al vernos, que hace mucho tiempo que a la Luna le duele la cabeza. Memoriza cada poro de mi cuerpo, que no van a parar de susurrar tu nombre. Haz que se unan nuestras respiraciones en una sola, eso sí, entre cortadas. Haz que cierre los ojos con solo oler tu perfume. Haz que tu cuello sea mi lugar preferido de tu cuerpo. Haz que no quiera salir nunca de esta cama. Haz que mañana pase todo el día durmiendo.

viernes, 12 de octubre de 2012

We might stopped hugging but I will never forget how you smell.

Sentado en su habitación, ignora completamente que ella se encuentra en la misma situación. Se tumba en la cama y pone música, volumen a tope, ni siquiera quiere oír sus pensamientos. Pero fracasa, la sonrisa de ella siempre cubre su mente. Más volumen. <<Mierda, ya no se puede subir más>>. Envuelve su cabeza en la almohada e intenta tararear algo. Ni si quiera la música ayuda, cada nota le marca a fuego su nombre, cada compás abre heridas que apenas habían cerrado, cada verso trae un recuerdo. <<Malditas canciones>>. Se levanta. Coge la foto de ellos que hay en la pared. <<No. Maldito yo y mi siempre presente orgullo, que me hace callar tantas cosas que quiero gritar. Era tan sencillo. Si la quería, ¿por qué la dejé escapar?>> La aprieta contra su pecho. Se deja caer sobre la cama, saturado de recuerdos y borracho de melancolía. 


Tumbada sobre la colcha que recubre su colchón, escucha el CD en el que solo hay canciones tristes. No ha cenado, en el menú no estaban sus besos. Sus lágrimas enfrían su rostro. Lleva puesta una sudadera de él, que aún conserva su olor. Todavía se acuerda de cuándo se la regaló. Sonrie, pero es una sonrisa bastante fugaz. Ya no tiene a quien antes le besaba el cuello. Agacha la cabeza, cierra los ojos e inspira el aroma de la sudadera. Abrazos, caricias, sonrisas, sorpresas, mordiscos, besos, cosquillas. Es increíble que un único olor pueda traerte tantas cosas. Exhausta de impotencia y consumida en buena parte por querer poseer un orgullo mayor al de él, lanza un pequeño gemido, se seca las lágrimas con las mangas de la sudadera, para la música y se dispone a salir para decirle cuánto lo quiere y cuánto se están equivocando, que no se hacen ningún bien así y que se hacen perfectamente el uno al otro. Pero tarde. Cuando abrió la puerta él ya se había adelantado y esperaba en su portal.

sábado, 29 de septiembre de 2012

He tenido la sensación de que me quieres.

Ya basta de tropezar. Me he dado cuenta que por llorar las cosas no van a cambiar, así que mejor sonreír, ¿no? Que sé que tengo un millón de defectos, ¿y? Como dijo un sabio: el primer amor es el propio. Casi nunca estoy conforme, ¿ambición? puede ser, no voy a negártelo. Soy muy perfeccionista, defecto o virtud, depende de cómo me mires. Amo la música, no podría vivir sin ella. Soy de las que cuando están tristes escuchan canciones tristes para ponerse aún peor. Casi todos los momentos más impactantes de mi vida tienen una banda sonora. Me alimentaría única y exclusivamente de chocolate. Me encanta la fotografía, pulsar un botón y ya tienes algo capturado para siempre, ojalá pudiese hacerse con la felicidad, ¿no? Tan pronto lloro como rio. Nada predecible. La gente suele juzgarme sin conocerme, será que no tienen cosas mejores que hacer, ¿no? Amo leer, es la mejor forma de viajar. Me encantan las tomentas y el olor que dejan. Soy una de las pocas románticas que aún quedan. Escribir, si por mí fuese viviría de eso.

lunes, 24 de septiembre de 2012

The way you make me feel.

No eran la pareja perfecta. Discutían a menudo. Rara vez estaban de acuerdo. Ni si quiera pegaban físicamente. Nadie apostaba por ellos. Lo que los demás no sabían es que a él le encantaba el olor del pelo de ella, le encantaba hacerla sonreír cuando lloraba después de haber discutido, le encantaba abrazarla cuando menos lo merecía, porque sabía que era cuando más lo necesitaba, le encantaba la forma en que ella le mordía la oreja para despertarlo los días que a él se le pegaban las sábanas, le encantaba sentir sus pasos atravesando el pasillo y de repente verla aparecer con su figura escasamente cubierta con un pijama que a él le parecía que sobraba, le encantaba cómo el Sol se posaba sobre su pelo, le encantaba que ella se pintase las uñas de rojo, le encantaba que dejase la marca del gloss sobre su cuello. Tampoco sabían que ella amaba los ojos profundos de él y esa forma de comerle con la mirada, amaba cómo le mordía los labios a mitad de un beso, amaba la manera en que él le acariciaba el pelo cuando ella apoyaba la cabeza sobre sus piernas, tumbada en el sofá, amaba cómo sin hacer ruido se presentaba detrás de ella y la rodeaba con aquellos brazos que ella tanto amaba, amaba cada discusión porque sabía que conllevaba una reconciliación, amaba usar sus sudaderas para dormir y el olor que estas dejaban en ella, amaba cómo poco a poco su espalda se iba ensanchando, amaba el olor de zumo de naranja recién exprimido que atravesaba la casa llegando al dormitorio algún que otro fin de semana que él se despertaba antes solo para verla dormir.
Pero, ¿sabéis qué? Que a ellos les daba igual todo esto, posiblemente si la gente no supiese esas cosas es porque nunca habían querido como lo hacían ellos.

martes, 18 de septiembre de 2012

Voy a tomar de todo menos decisiones.

Respira hondo, tan hondo que su pecho casi pacta una fusión con el comienzo de su largo cuello. Maquillaje que se desliza por el contorno de unas mejillas acostumbradas al roce de las lágrimas que lo impulsan. Luces que se desenfocan a causa del exceso de agua sobre su pupila. Titubeos que se asoman al precipicio de unos labios que están ocultados tras una mano que sujeta firmemente un pañuelo de papel teñido de negro del mismo tono que el rímel. Preguntas que ahora tienen respuesta después de haber vivido siempre a la sombra de la ignorancia. Un mechón de pelo que se deja llevar por el viento y que acaricia tímidamente su frente orientada hacia al suelo. Su canción favorita recorre el cable de los cascos que están conectados al móvil. Un paso inseguro es su única forma de viaje. ¿Equipaje? Unos pocos desengaños, pero que a la espalda pesan. Para. Se queda quieta en medio de la multitud que parece llegar tarde a una vida que no les hace felices. Esconde los puños en las mangas de su chaqueta y frota sus mejillas, agradece el calor de unas manos, aunque sean las suyas propias. Mira hacia su izquierda, ve un pequeño bar moderno. Entra. Se dirige a los baños. En el espejo, un reflejo que no debería permitirse andar por ahí sin sonrisa. Deshace el moño en el que estaba recogido su pelo castaño y ondulado. Saca un pequeño estuche de maquillaje que lleva en su mochila. Perfila sus ojos, algo de pintalabios y un poco de rosa para las mejillas. Se despoja de su chaqueta y de las penas que han sido recogidas en sus mangas, la dobla y la mete en la mochila. Coge algo de dinero y su móvil de un pequeño bolsillo. Sale del baño, dejando en él todo el peso con el que había cargado hasta entonces. Sonríe al salir a la calle. Hoy va a tomar de todo menos decisiones.

lunes, 17 de septiembre de 2012

To write is my way of happiness.

Sentarte en la silla frente a tu escritorio, encender el ordenador, abrir el procesador de textos y escribir. Escribir, joder, algo tan sencillo como pulsar unas teclas o empuñar un bolígrafo cerca de un papel. Escribir. Crear, plasmar sentimientos en unos simples trazos, en fonemas que a veces serán íntimos o que otras verán la luz. Escribir. Contar parte de tu vida embelleciéndola, o contar parte de la vida que te gustaría llevar. Escribir. Dejar entrever tu forma de querer y la forma en la que te han querido. Escribir. Vía de escape para las emociones. Trasparentar tus ambiciones y tus metas poniéndole nombre a alguien que ni si quiera existe pero que lleva la vida con la que sueñas a diario. Escribir. Walt Disney dijo una vez: if you can dream it, you can do it. Si puedes soñarlo, puedes hacerlo.

martes, 4 de septiembre de 2012

Y sigo torturando a mi cabeza por tu piel.

-No puedo besarte.-bajó la cabeza hasta colocarla sobre su pecho, refugiados en aquel portal.
-¿No quieres?
-Sí, sí quiero, ese es el problema.
-No te entiendo.
-Yo soy muy de quedarme pillada y sé que voy a echarte de menos.
-Tranquila. Mañana todavía no importa, piensa en ahora.-él levantó suavemente la cabeza de ella y abrazándola se besaron con ganas de tenerse así para siempre.
Se habían estado besando durante todo el día, no con los labios, pero sí con la mirada, los pequeños roces y las caricias que arrancaban sonrisas que también besaban.
A penas se conocían, pero sus pieles estaban a punto de soldarse. 
Sonrisas contra el filo de sus labios, besos que gritaban en silencio que aquello no acabase nunca, y el desliz de esa mano que recorre la espalda de ella hacia abajo pero que no vuelve.
Después, unos pasos hacia el portal que hizo que todo aquello parara.

lunes, 30 de julio de 2012

Kiss the darkest parts of my soul.

Después de todos estos años construyendo muros a mi alrededor y de no mostrar mis problemas. Después de todas las veces que he callado cuando me moría por hablar. Después de todas las veces que he escondido mi malestar para poder abrazar. Después de todas las veces que dejé de llorar para no dar explicaciones. Después de todas las veces que hice de tripas corazón y reí. Después de todas las veces que cambié lo salado de una lágrima por lo dulce de una carcajada. Después de todas las veces que empapé mi almohada mientras te pensaba. Después de todas las veces que fingí estar bien para no preocupar. Después de todo lo que te quise. Ahora me queda echarte de menos. 


viernes, 27 de julio de 2012

Son tantas lunas las que te he llorado...

Que ya no importa nada. Que llegué a quererte y es con lo único que me quedo. Que también me encantaría quedarme con tus besos, con tus abrazos, con el olor de tu colonia, con la luz de tu sonrisa y con todos y cada uno de los remolinos que habitan en tu pelo. Que me gustaría quedarme contigo. Que me gustaría que te quedases conmigo. Aquí. Para siempre. Suena sencillo, ¿no? Sería demasiado fácil. Y es que parece que el amor y los obstáculos caminan de la mano. Aunque, si soy franca, creo que la magnitud de los inconvenientes la deciden las personas y sus ganas de quererse, de abrazarse, de besarse, de probarse, de morderse, de desayunarse, de comerse y de cenarse. El problema se presenta cuando para ti una persona siempre es el menú del día pero sin embargo ves que él continuamente pide la carta. Quizás no sea tu plato preferido, que sé que mi guarnición se compone de errores y defectos, pero quédate con lo principal, que te quiero y eso no lo sirven en cualquier restaurante. 

Quédate a dormir, que pasen treinta años antes de mañana.

Allí se encontraban los dos, entre el sonido de unos besos que habían callado demasiado, cerca del futuro que pasarían juntos y lejos de las veces que ocultaron sus sentimientos. Abrazos que no reflejaban amistad, sino ganas de quererse, de tenerse, de absorberse. Miradas que gritaban el amor que tanto tiempo había guardado silencio. Caricias que se transformaban en escalofríos. Sonrisas que no eran sonrisas, sino una explosión de complicidad, de ilusión y de ganas de parar el tiempo. Labios que no contemplaban la opción de separarse, y que, por fin, se fusionaron aquella noche.
Tras las manos va el resto de la piel.

lunes, 23 de julio de 2012

So come on back and see just what you mean to me, I need you.

Hola. Soy una Segunda Oportunidad, ¿te suena? No mucho, ¿verdad? Es que no suelo relacionarme con las personas, porque sino su vida sería demasiado fácil, ¿no crees? Tienes la oportunidad de estar con una persona, de decir lo que sientes, de pedir perdón, de abrazar, de besar... Y la  dejaste pasar. Pero llega la señorita Segunda Oportunidad y vuelves a plantearte todo: todos los sentimientos que callaste, todas las disculpas que no salieron de tu boca, todos los abrazos y los besos que no diste. Por eso me presento poco, para que cada uno aprenda a valorar lo que tiene, lo que podría tener o lo que podría dejar de tener en cada momento. 

Just as long as you stand, stand by me.

martes, 3 de julio de 2012

Against racism.

Se lo creyó. Se lo creyó porque llegó a desearlo con cada rincón de su cuerpo, de su alma. Pensó que aquella batalla, en la que había volcado sus fuerzas, sus ganas de vivir, todas sus ilusiones, todo su diálgo, pensó que había terminado. Pero se equivocó, todavía no estaba escrito el punto y final, para su desgracia, para la desgracia de otros muchos. Había peleado para que se la reconociese, para que se reconociese a otras personas que estaban en su situación, pero pareció pelear en voz bajita, por las veces que le habían dicho que molestaba. Eso no la frenó. Sabía que ella podía ser igual que los demás, de hecho lo era, y contaba con el apoyo de personas que contradecían los prejucios que alimentan a esta sociedad. ¿Qué importaba si tenía más melanina en la piel que otras personas? ¿Qué hubiese pasado si hubiese tenido menos? "Si al fin y al cabo lo que vale está en el interior, ¿no?" se repetía una y otra vez para seguir buscando la igualdad, alimentada de ánimos, "y mi interior vale mucho, y quiero ofrecerle mi interior a la gente". Había soportado insultos que iban dirigidos a su piel de gente que no la conocía y que se hubiese arrepentido de hacerlo si hubiesen tenido la oportunidad de tratarla. Ella era de ascendencia sudafricana y nacida en España. Suena irónico decir que había nacido en el mismo lugar en el que lo habían hecho aquellas personas que se metían con ella. Se ganó el corazón de mucha gente que se molestó en conocerla, y la envidia de algunos que ni lo intentaron. Su carisma le abrió puertas que el racismo le cerró en varias ocasiones. Ni si quiera eso le arrebató las ganas de seguir luchando. Fue cuando vio en otra persona el racismo que ella había recibido cuando se derrumbó, cuando todo le pudo, cuando vio más muros, cuando su alma cayó hasta sus pies: cuando lo recibió su hija.

Pero a la vez esto la cargó de energía, era su hija, no quería que pasase por lo que ella ya había pasado.

viernes, 29 de junio de 2012

Lucky one.

-¿Crees en el destino?
-¿A qué viene esa pregunta?
-¿Crees que la vida tiene un plan para ti?
-¡Ay, madre!
-¿Sí?
-Si lo tiene, no me lo ha dicho.


                           Mereces que te besen cada día, cada hora, cada minuto.

martes, 26 de junio de 2012

Risking it all in a glance...

Ella no era chica de rollos de una noche. Nunca le gustó regalar sus besos, porque pensaba que era lo último que le podías dar a alguien: tu cuerpo. No había deseado unos labios que acabase de conocer, y si alguna vez lo hizo, supo disimularlo. Él era el típico chico que coleccionaba besos. Era aplaudido por sus amigos cada vez que su colección se agrandaba. Besos: muchos; sentimiento: no sabía el significado de esta palabra. Comenzaron a hablar, se conocieron una noche, ¿casualidad? Él pensó que era perfecta para agrandar su lista. Ella pensó que él podría ser perfecto a largo plazo. Bailaron, rieron, salieron de la discoteca:
-¿Te apetece dar una vuelta?-Se trasparentaron las intenciones de él.
-Es algo tarde, mejor otro día, ¿vale?
-Puedo acompañarte a casa si quieres.
-Vale.
Él rodeó su cintura durante todo el trayecto. Ella estaba empezando a rendirse, pero no quería, había oído hablar demasiado sobre él.
-Es aquí.
-¿Dos besos?
Ella no dio opción a nada más, aunque luego descubriría que había abierto la puerta del arrepentimiento. Sacó las llaves del bolso, y ahora sí, conscientemente abrió la puerta de su casa.
-Hasta luego.
-Adiós.-La puerta se cerró tras esta despedida, pero ella no subió las escaleras.
Él comenzó a andar con paso lento, rumbo a la discoteca, intentando olvidarse de la presa a la que no había sido capaz de cazar para localizar otra; pero algo le hizo detenerse. Lo mismo que hizo que ella volviese a abrir la puerta y comenzase a correr hacia él.
Se abrazaron, él la levantó en el aire, leyó sus ojos, respondió con un beso.

jueves, 21 de junio de 2012

Y.O.L.O.

No dudes cuando se te presenta una oportunidad que parece ser única, no vaciles ni osciles entre un sí o un no, una oscilación puede apartarte de esa ocasión. Piensa que es la única vida que puedes compartir con la gente a la que quieres y no la desperdicies pensando en los que no te quieren. ¿Sabes? A los problemas y a las personas que pretenden hacerte daño las sonrisas les rompen los esquemas. 


YOU ONLY LIVE ONCE

jueves, 7 de junio de 2012

I may have failed but I have loved you from the start...

En un bar:
-¿Qué te pongo?
-Mmm...Me vas a poner el mejor sabor que he probado nunca: sus labios. Me gustaría acompañarlo de todas aquellas tardes que pasamos entre hidratos de carbono y besos viendo una película en el sofá. Póngame también todas las veces que se rio mientras nos besábamos, que me gustaría mojarlas en una taza de caricias en su espalda. No estaría mal añadir los abrazos que me dio cuando menos lo merecía. Endulcemos todo con las noches que pasamos piel con piel. Me encantaría sumar a lo anterior cada una de las veces que me puse una de sus camisas para dormir. ¿El aroma? Seguro que todo esto olería a su colonia, esa que impregnaba mi cuello cada vez que me estrechaba entre su amor.
-Lo siento, aquí no tenemos cosas tan buenas.
-Yo lo tuve un día...Lo tuve.


martes, 22 de mayo de 2012

"Cuánto daría yo por tener solo un momento, un poquitito de tiempo..."

Arrepentimiento. Ese sentimiento que en algún momento todos hemos tenido. Esa rabia por haber decidido mal. Esa impotencia por no poder cambiar las cosas. Notar que ya es tarde, que lo que digas ahora ya no importa. Sentir cómo os alejáis, poco a poco, lentamente, como más duele. Cargar con tu decisión sobre la espalda, bueno, con ella y con sus consecuencias. Quitarte el peso de encima con lágrimas que no van a curar nada. Odiarte por hacer caso a la razón y no al corazón. Notar cómo mueren planes que ni si quiera habían nacido. Besos marchitos en tus labios esperan que vuelva, pero no lo hará, ha pasado mucho tiempo ya. Un viaje en el tiempo, solo uno, y poder callar tú razón y la suya con un beso, y cambiar toda vuestra historia...
 Todo lo que un beso podría haber cambiado, es todo lo que ahora echas de menos.

lunes, 21 de mayo de 2012

"Y ahora que estás lejos, yo te deseo como el aire"

Rechazó aquella oportunidad. No la perdió, ni la olvidó. La rechazó. No sabe cuánto le duraría a él su mal, pero la herida de ella sigue abierta, y cada beso es como una taza de alcohol en la misma. Cada beso en los que ella busca los que un día rechazó.  Cada perfume de hombre que la impregna y que no es igual que el que un día rechazó. Cada abrazo que no la estrecha  del mismo modo que un día lo hizo un amor disfrazado de amistad. Cada "me importas, de verdad" que no supo interpretar. Cada indirecta que no tomó en serio. Cada vez que callaba porque se daba cuenta de que ella empezaba a quererle y tenía miedo de que él no lo hiciese. Cada vez que saludaba con un "hola" cuando pensaba "¿sabes? Me matan las ganas de consumir tu tiempo con besos". Cada vez que no lo miraba a la cara por miedo a que él leyese en sus ojos todo lo que pasaba en su corazón, todo lo que él provocaba en ella. Cada despedida con dos besos protocolarios que rozó las comisuras de sus labios. Cada vez que ella tenía agujetas en el estómago por lo mucho que él le había hecho reír la noche anterior. Cada vez que respiró después de que él lo hubiese hecho, para sentirlo dentro. Cada vez que estaban sentados juntos e ignoraron lo que su corazón les pedía. 
Cada mañana, al despertar, ella se acuerda de aquel día en el que él la fue a buscar con una rosa y ella no salió de casa, y de esos labios que nunca tendrá.
 "No puedo seguir buscando tu aroma en el viento, no puedo mentir ni ocultar lo que siento"

jueves, 17 de mayo de 2012

"Cuando lloras, me derrumbo y no me sale fingir..."

Intentar expresar con abrazos lo que las palabras no saben cómo decir. Sentir una empatía tan grande hacia una persona que hasta duele. Retener tus propias lágrimas para evitar animar las suyas. Estrecharla entre tus brazos para que vea lo grande que es para ti, y que compartes su dolor, igual que otros días te tocó compartir su alegría. Querer decir un montón de frases optimistas para volver a ver una de sus sonrisas, pero ver que su disgusto se convierte también en tuyo. Pensar en los recuerdos felices que tenéis en común para poder comentarle alguno, para intentar distraerla, pero el temblor de sus brazos rodeando tu espalda te cortaba la voz. Notar cómo se humedecía tu hombro a causa de la caída de sus lágrimas. Querer demostrarle con tu presencia que los momentos difíciles serán momentos difíciles a tu lado, igual que lo fueron los no tan difíciles. Esa necesidad tan grande que sientes de apartar a tu amiga del mundo y de los problemas, de querer calmar su desazón, de cortar de raíz su mal, solo es un hecho que en esos momentos te hace sentir impotente al ver cómo te abraza con tantas fuerzas.
N&M

domingo, 13 de mayo de 2012

"Llevaba uno de sus sombreros hipsters..."

Vestía sus pantalones rotos de cintura baja con un cinturón nada ajustado que dejaba ver sus slips con el dibujo de la bandera del Reino Unido y una de sus camisetas de tirantes dos tallas más grande. Llevaba bajo el brazo su skate y puesto el brazalete de conchas que yo misma le regalé. Su pelo: largo y alborotado, como siempre. Llevaba uno de sus sombreros hipsters y sus gafas de sol negras. En sus labios se posaba un cigarrillo, como en numerosas ocasiones lo había hecho mi pasión. ¿Su mejor complemento? Una chica. Una chica estaba pegada a su cintura y él la rodeaba con su brazo. Intercambiaban risas y caladas. Decidí no cruzar de acera, tenía ganas de verle. Él reparó en mí. 
-Hola.-un saludo protocolario, por todo lo que hubo antes de ella.
-Hola.
A pesar de estar fumando, el olor del tabaco no había podido con el de su colonia, esa que tantas veces había impregnado mi cuello después de uno de sus abrazos. Él seguía igual: su voz rasgada, sus manos fuertes, su seguridad, su sonrisa, el ruido de sus besos, todo. 
Ni si quiera una llamada a los bomberos donde un día hubo un incendio.
 Ahora entiendo eso de que hay oportunidades únicas. Pero tenía ganas de verlo, y lo vi.

"Escapó desnuda, tirando el vestido a la calva del cura"

Sudores de esos que te mojan las manos, de esos que van acompañados de temblores y algún que otro espasmo. Dudas. De esas que han tirado decisiones que se creían firmes y que han arrebatado andamios a esas que estaban por construir. Sonrisas que se crean con el único fin de tranquilizar a otra persona. Inseguridad. Sí, era eso: inseguridad. Miradas que recorrían la iglesia, los invitados, las flores, el altar; pero que no eran capaces de mirar a la persona que tenían enfrente. Todo aquello que habían preparado con tanta ilusión y que solo sería una fecha más para recordar, por un motivo o por otro. El ramo de flores oscilaba en sus manos suaves, ya que la ocasión lo merecía, adornadas con una fina manicura francesa. Pero, ¿la ocasión la merecía a ella también? Era esa la pregunta que no podía salir de su mente, camuflada en un recogido que estilizaba su cuello. Pareció tan segura cuando él se lo preguntó aquel día. Entonces ella no conocía el significado de la palabra duda. Pensó primero en ella, y por eso, algunos la tildaron de egoísta. Pensó que no sería justo para ella vivir una vida que, de momento, parecía que no iba a gustarle. Después, pensó en él. Pensó en cuánto le gustaba que deslizase la yema de sus dedos por su espalda para despertarla después de dormir abrazada a su piel. Pensó en los días de lluvia que habían pasado comiendo calorías en el salón delante de la televisión. Pensó en una escapada a una casa rural que él le regaló para su cumpleaños. Pensó en las veces que habían cogido el coche sin saber a dónde iban, porque el sitio no importaba si estaban ellos dos. Pensó en las tardes de cine y el día en el que le enseñó a jugar a los bolos, el día que se conocieron. Pero pensó también en el día que discutieron por primera vez, en las veces que se hablaron gritando, por muy pocas que fuesen, ella las recordaba todas. Pensó también en el día en el que casi vuelve a casa de sus padres. Pensó en las veces que ese amor le había hecho llorar. 
De repente, todos los invitados se quedaron con la boca abierta. Ella dejó caer su ramo al suelo. Sus ojos, humedecidos, pudieron por fin mirar el rostro que la amaba. Vio la cara a la que había entregado sus tres últimos años. Pero algo cambió en ella. Su semblante se volvió serio. Miles de lágrimas emprendieron el abordaje a aquellos ojos. Una de ellas, la más valiente, se atrvió a caer, impactando sobre su corbata, dejando mancha. Ella se despojó de su vestido y de sus zapatos y de aquella vida a la que no le convenía estar atada.

 Igual que aquella lágrima dejó mancha en su corbata, también lo hizo en su corazón.

jueves, 26 de abril de 2012

"Te he echado de menos todo este tiempo"

Permaneces quieta, sentada en el suelo, abrazando tus rodillas. Tu cabeza está escondida en el hueco que se forma entre tus piernas y tus brazos. Las lágrimas caen y el cansancio que se acumula en tu cuerpo acentúa más su caída. Hace frío. De vez en cuando, con las manos escondidas dentro de tu chaqueta, te secas las lágrimas, quizás para evitar que se congelen o simplemente para dejar paso a otras nuevas. Tu cara está teñida de negro a la altura de tus mejillas, debido al rímel que ha decidido solidarizarse con tus lágrimas. Tu pelo, alborotado, se posa sobre tu cara, pero ya no intentas apartarlo. Notas cómo el frío pasa del suelo a tu cuerpo, pero no te importa, en parte es algo que te agrada, el sentir que algo traspase tu ropa y tu piel de tal forma que te haga tener escalofríos. No hay nadie en la calle. Piensas que tampoco necesitas compañía en esos momentos, equivocación de la cual serías consciente algo más tarde. 
Oyes unos pasos. Ni si quiera levantas la cabeza para mirar quién es. Se detienen a tu altura. Silencio. Ahora, tus sollozos. Notas cómo te acaricia el pelo. Su mano está caliente y el contraste con tu piel fría te hace estremecer. Lentamente, sacas tu cabeza de su escondite y alzas la vista para comprobar si esa mano pertenecía a un rostro conocido. Efectivamente. Lo conocías, pero durante mucho tiempo habíais sido como desconocidos.
-¿Qué te pasa?-volviste a oír su voz rasgada tras casi dos años.
Silencio. Una lágrima contestó a su pregunta al resbalar por tu mejilla. Él se agachó y delicadamente rozó aquella lágrima para secarla. Decidió sentarse a tu lado. Se quitó su chaqueta y te la colocó en la espalda. Ahora se había quedado en manga corta. Sus brazos, aquellos que te dieron la oportunidad de abrazarte en su día y no la aceptaste, aunque te morías de ganas, estaban ahora rodeándote. Sus manos, fuertes, al igual que el resto de su cuerpo, acariciaban tus hombros para evitar que tuvieses frío. Sus ojos, marrones, poseedores de aquella intensa mirada, habían reparado esta noche en ti; después de muchas noches en las que los tuyos no dejaron de mirarle. Sus labios, el mejor telón a la mejor obra que has visto nunca: su sonrisa; esos que hace tiempo no quisiste besar por el miedo al qué dirán. Erais tan distintos y veías aquello tan imposible. Pero había llovido mucho desde entonces, aunque tú no hubieses querido separarte de él.
-¿Puedo ayudarte?
Solo podías mirarlo. Tenías miedo de equivocarte como ya hiciste en su día, por eso no decías nada.
-No sé el motivo por el que estás llorando, pero me preocupa.
-¿Quieres saber de verdad por qué estoy llorando?-tu voz temblaba.
-Sí.
-La verdad...Es que me he acordado de lo mucho que te quise, ¿sabes? Pero eso no es lo peor, lo peor es que me he dado cuenta de que lo sigo haciendo y hace prácticamente dos años que no hablamos. Sí, ya sé eso de que "donde hubo fuego hay cenizas", pero en mi caso no es así, en mi caso sigue habiendo fuego, no he dejado de quererte un solo día. Lo he hecho en silencio, pensando que ni te acordarías de que existía, y, para qué complicarte la vida. Te quise y te quiero. Eso es lo que me pasa.-Silencio.-¿No piensas contestarme?
 Su beso fue la mejor respuesta.

domingo, 15 de abril de 2012

No estoy para nadie, no estoy en tu piel.

Creo que ni si quiera te acuerdas de que existo, y no sabes lo que me gustaría cambiar eso. Tampoco creo que sepas de la existencia de mis suspiros, esos que exhalo cada vez que una canción me graba a fuego tu nombre. Ni sabrás que existen las ganas de armarme de valor y poder volver a hablarte: "¡Cuánto tiempo! Se ha hecho eterno sin ti." Repaso cada momento, día, tarde, noche, hora, minuto, segundo, sonrisa, abrazo, carcajada, mirada, sueño en los que estuve contigo, es la única forma de sentirte cerca. Sinceramente, no me acuerdo a qué olían tus abrazos, y las historias escondidas tras tu sonrisa, buscan apartarse de mi memoria. Pero quiero que eso cambie, quiero volver a contemplar atónita las comisuras de tu boca elevarse y quiero inspirar muy hondo cuando esté entre tus brazos. Pensar que ser valiente es escribir todo esto y cambiar de opinión al verte y no ser capaz ni de aguantarte la mirada. Y sentir eso de tener calor y notar las manos frías, eso de querer acercarme a ti y que mis piernas no se muevan, eso de querer sonreír y conseguir solo morderme el labio inferior.
 Qué más va a dar todo esto, si ni quiera sabes la existencia de este texto...

lunes, 9 de abril de 2012

"Nunca lo pensamos, ni lo imaginamos, pero así sucedió"

Lo siento. Me disculpo antes de actuar, porque, conociéndome, sé que haré daño. No sé todavía a quién ni cómo, pero lo siento. Toda decisión tiene su consecuencia, puede ser buena o mala. También me disculpo por no entender por qué nos quedamos con las consecuencias malas, ¿queremos amargarnos? ¿Dónde están todos esos rollos de "quiero ser feliz y a la mierda todo"? No se puede, no puede importarte una mierda todo. Por el simple hecho de ser persona, sientes, y si sientes, tienes preocupaciones. ¿Sabes? A veces no me importaría no tener preocupaciones y hacer caso a eso que dicen de "Carpe Diem", pero, sé que habrá un mañana, y sé que entonces, en ese mañana, veré las consecuencias del ayer. Quizás el pensar y el meditar tan fríamente las cosas me esté privando de muchas oportunidades, pero, ¿y si esas oportunidades solo traen consecuencias malas? Sigo pidiendo perdón por no saber qué es lo que tengo que hacer para tener a todo el mundo contento, pero, en ningún momento el mundo me ha pedido perdón a mí por no tenerme contenta.
 ¿Sabéis qué os digo? Que a la mierda todo, ya tendré tiempo de arrepentirme mañana.

lunes, 26 de marzo de 2012

"El silencio es lo que queda si te vas..."

Y se desvanece como si nada, de la misma forma que apareció. Y eso no es lo peor, lo peor es sentirte impotente mientras miras cómo os alejáis. Las ganas de agarrar su camiseta, pedir que te estreche en sus brazos y que por favor no se marche, aumentan con cada una de sus palabras, palabras que forman una despedida, una despedida de algo que ni si quiera ha empezado. Oyes cómo se va, aunque sin hacer mucho ruido, es el silencio el que te dice que se va.
Él se va, pero muchos recuerdos vuelven a ti: besos, caricias, sonrisas, abrazos... ¿Por qué no se lleva estas cosas si se va? ¿Tengo que quedarme con todo esto? ¿De qué me sirve vivir cosas a su lado cuando luego vamos a separarnos? Y, para que nada nos separe, que nada nos una.
Pensaba, como al principio de cada historia, que ahora todo saldría bien, que me lo merecía, pero una vez más, vuelvo a chocar contra un muro.
"Eso de que los besos de ciertas bocas saben mejor, es un cuento que me sé desde el día en que me dio dos besos y me dijo su nombre."
  "El silencio es lo que queda si te vas..."

domingo, 4 de marzo de 2012

Quiero que mi boca siempre sepa a TI.

Abrazos cuyo propósito se trasparentaba desde el principio, tanto por parte de quien los daba, como por parte de la que los recibía. No querer separarse para no afrontar la verdad, que estaban echándole una carrera al reloj, el tiempo se agotaba.
-Dame un beso, solo uno...
Ya no fue un beso en la mejilla. Y por fin la vida se decidió a presentarte el sabor que más te gustaría en toda tu vida: el sabor de su boca. 
Mientras vuestras bocas intercambiaban sensaciones, sus manos se deslizaron hasta tu culo, y las tuyas subieron hasta su cuello.
Un abrazo tierno después de cada beso.
Otro beso, y él frena:
-Es que eres muy pequeña...
No podías pasar sin sus labios, así que, volviste a besarle, pero paraste:
-Y tú muy mayor...
Él quiso besar tus labios de nuevo, no sabes si para acallar tu comentario, o porque estaba sintiendo lo mismo que tú. Pero de nuevo, paró:
-¿Me estás llamando viejo?
Cada vez que sus labios se separaban de los tuyos, lo hacía también parte de ti. Decidiste recuperar esa parte, y volviste a besarlo:
-Sí...-sonreíste entre dientes antes de que él volviese a ocupar tus labios, precipitando así mil palabras al vacío...Paró de nuevo y volvió a hablarte:
-Entonces, ¿sabes que te estás enrollando con un viejo, no?
Impulsivamente, volviste a catar el sabor de sus labios, decidiste decir:
-Pero es porque yo quiero...
Intentó besarte de nuevo, pero una sonrisa pícara se apoderó de su expresión.
Cada vez quedaba menos para que vuestros caminos se separasen, y erais conscientes, pero os daba igual. 
Decíais que cada beso era el último, y a ese último le seguía otro.

viernes, 2 de marzo de 2012

Hoy puedo decir que no encontré lo que fui buscando.

Y casi sin darme cuenta vuelves a mí. Aunque creo que el problema no es ese, el que vuelva a recordarte, a recordar las risas y los besos, las noches que no acababan nunca, esos bailes que no nos concedimos, las carcajadas con los ojos cerrados porque el Sol nos daba en la cara tumbados en el césped del parque...El problema es que yo no sé si también yo vuelvo a ti. Cuando crees que todo va a salir bien, que por fin la vida te tiende la mano y decide darte una tregua, cuando te la suda sinceramente lo que piensen de ti y de él, cuando todavía no crees que toda aquella felicidad sea tuya, aparece un obstáculo que se encarga de que no te lo creas. Que sí, que los obstáculos están para superarlos, pero, ¿de verdad se pueden superar todos? A día de hoy, no todo es de color de rosa, ni tampoco lo fue ayer, ni lo será mañana. Cuanto más alto subes, más dura es la caída. Comienzas a desdencer en picado desde aquella nube de "te quieros" y "para siempre", sin paracaídas, y en el suelo no hay ninguna colchoneta. Sabes que te la vas a pegar, pero ya es tarde para remediarlo. Así que, sí, te la pegas, te quedas hecha una mierda y a pocos le importa, o por lo menos, no le importa a quien tú quieres que le importe. Un obstáculo se pasa o no se pasa, puedes saltarlo o caerte, pero solo podrás decidir entre esas dos opciones antes de saber que hay un obstáculo, si decides bien, ni si quiera te enterarás de que lo hubo, si decides mal, es entonces cuando te das cuenta de que sí lo hay, tropiezas y caes.
Pero lo importante no es cuántas veces te caigas, sino cuántas te levantas.
Hoy pueden ponerme los obstáculos que quieran, que hoy me siento con ganas.

domingo, 26 de febrero de 2012

Puede que al final acabe equivocándome, puede que acabe creciendo...

Posiblemente acabe equivocándome, y no sería la primera vez. Pero equivocarse es tan subjetivo. Nunca nos equivocamos hasta que no vemos las consecuencias de nuestros actos, es ahí, cuando las consecuencias no son las que esperabas, cuando piensas "Joder, otra vez...¿no voy a aprender nunca?" Y efectivamente, no aprenderás. Porque cuando decides, no esperas equivocarte. Luego están las veces que crees que no te has equivocado, pero en esas situaciones simpre habrá una voz que dirá tener más experiencia que tú sobre la vida que te dirá "Las cosas no son así, no has actuado bien, rectifica, rectificar es de sabios" ¿Rectificar es de sabios? ¿Y a mí qué? Y si rectificar es de sabios, ya entiendo porque tú no rectificas y te tragas tus "Yo ya he vivido eso", "Soy más mayor que tú"...¿He dicho en algún momento que quiera ser sabia? No. ¿Por qué tengo que serlo? Solo porque vosotros queráis que crezca no tengo por qué hacerlo. Creceré a base de cometer errores y de ir acumulándolos como experiencia. No me estáis ayudando a crecer al no dejar que me equivoque. La experiencia es algo que se adquiere por uno mismo, no se vende ni se pasa por Bluetooth.
Y sí, sigo sin saber qué es lo que debo hacer, y lo que no es lo mismo, qué es lo mejor para los dos. Y sé que lo descubriré una vez que haya decidido, puede que con una sonrisa o con una lágrima en la mejilla.
Puede que al final acabe equivocándome, puede que acabe creciendo.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Tu me manques beaucouop.

Y llega ese día, esa persona. Hasta entonces tú tenías las cosas claras, ni una duda. Sabías perfectamente lo que ibas a hacer al minuto siguiente, incluso dentro de una semana. Conocías tus límites y tus debilidades, y también tus virtudes. Creías saber cuáles eran tus capacidades. Únicamente tú te planteabas tus propios retos, y no dejabas que nadie decidiese tus metas. No escuchabas cuando no te apetecía. Poseías tu amor propio herido, aunque sólo a veces. Creías que tú misma podías comerte el mundo en una sola noche, que lo habías visto en las películas. Soñabas con dejar huella en muchísimas personas, para que cuando tú no estés físicamente, sí que estés en sus recuerdos. Ansiabas con vivir al límite, con tener experiencias, no querías llevar la monotonía que todas las personas siguen cada día. Y de repente, sin saber cómo ni por dónde, aparece alguien que no esperabas. Gracias a él has descubierto que no hay decisiones, sólo acciones. Te ha enseñado que no hay límites, y que las debilidades realzan las virtudes. Sencillamente has aprendido que cada uno cuenta con las capacidades con las que decide contar. Te has dado cuenta de que no solo tú puedes abrirte puertas, y que las adversidades están para superarlas. Te enseñó la importancia de escuchar, por lo mucho que puedes aprender, o simplemente por hacer que otras personas se sientan bien. Te ha hecho sentir la chica con más suerte del mundo, y tu autoestima ahora te saca una cabeza. Has aprendido a diferenciar entre ficción y realidad, aunque a veces nuestra vida parezca a una película, ya sea romántica o de terror. Ahora ya sabes que lo importante no es la cantidad de personas en las que dejes tu huella, si no la forma en que la dejas. Ya no te importa tener una rutina, sobre todo si es la rutina de sus besos. Y después de todo esto, viene el adiós, "ha sido bonito, pero nada dura para siempre". Dos besos, uno en cada mejilla, antes de que suba al autobús. Las lágrimas se precipitan desde tus ojos. Es increíble que algo a lo que tú no quieres poner fin, tenga que tenerlo. Él se da cuenta de que estás llorando. Baja del autobús. Se acerca a ti, con el mismo paso de siempre, no corre, pero tampoco camina lento. Roza tus mejillas con las yemas de sus dedos, secándote las lágrimas. Están fríos, pero sigues queriendo el calor que en algún momento te dieron. Acaricia tu cara por última vez.
-No tienes que llorar.- Vuelve a esconder sus manos bajo las mangas de su chaqueta. Te dedica una sonrisa que no termina hasta que se sube al autobús.


"Tu me manques beaucoup"

lunes, 23 de enero de 2012

No es más grande quien más sitio ocupa, si no quien más vacío deja cuando se va

Recordarla. Recordar su colonia, sus pesados pendientes, esos que habían hecho que los lóbulos de sus orejas se estirasen, sus cadenas de oro, sus jerséis de lana, sus bufandas, esas que tapaban las arrugas de su cuello, su sonrisa, que llevaba con ella más años de los que tú pensabas, que siempre te equivocabas con su edad, no por tu mala memoria, si no por que ella parecía más joven. Su cabello color castaño tinte, su frente arrugada por la marca de expresión, por la marca de los años, sus anillos, esos que con tanto cariño guardaba, esos que relucían siempre cuando se los ponía en sus ya envejecidas manos, aunque sin dejar de ser bonitas. El sonido de sus carcajadas y el calor de sus abrazos, la sabiduría y la experiencia que ella abarcaba, la potencia de sus palabras y su cariño, uno de los mejores del mundo. Su comisura de los labios, esa que siempre estaba tornada hacia arriba y que es la boca sonriente que más echas en falta. Las conversaciones por teléfono, a causa de la distancia, y las muchas ganas que tenía siempre de verte. Sus besos, esos que aplastaban tu mejilla y que resonaban más que ningún otro que hubieses recibido antes. El pensamiento de que todo iba a durar para siempre. Las veces que te estrechó entre sus brazos cuando parecía que nigún consuelo de nadie iba a ser suficiente para calmar tu sufrimiento, aunque fuese el sufrimiento de no comer más chuches porque podía dolerte la tripa. Todas esas fotos en la que estáis juntas, y que siempre debería haber sido así. Soluciones para todos los problemas, y si no disponía de ellas, las inventaba, por ti. Todas esas veces que no estuviste con ella y de las que ahora te arrepientes. Todos los abrazos que te faltaron por darle, y que todavía te faltan, porque en la vida no se puede dar marcha atrás. Todo lo que hoy dejarías de lado por tener una sola oportunidad para decirle lo mucho que la quisiste, la quieres y la seguirás queriendo. Todas esas cosas que no se cuentan a un padre o a una madre, pero que sí confesarías a una abuela.

 No es más grande quien más sitio ocupa, si no quien más vacío deja cuando se va.

sábado, 14 de enero de 2012

Cuando se impone el corazón, poco puede hacer la razón.

Esa sensación de encontrarse desnuda, aunque en realidad estás vestida. Notar que faltan todos los puntos sobre las "íes". Que el valor de cada carcajada disminuye hasta no tener. Creer necesitar un mapa aunque sabes perfectamente dónde estás. Necesitar a alguien que te diga: "sigues recto, y en la segunda calle, giras a la derecha, ahí están mis besos, los encontrarás fácilmente, no tiene pérdida si sigues a tu corazón". Sentir que cada canción te marca a fuego su nombre. Querer ir donde todos los demás y encontrarte nadando a contracorriente. Rebuscar en los cajones, debajo del colchón, entre los cojines e incluso en el trastero las instrucciones de la vida, esas que no leíste y que ahora pagas tan caro, con más del 50% de intereses. Empujar de las puertas en las que pone "TIRAR", simplemente porque ya no puedes tirar, no tienes fuerzas y es más fácil dejar que tu cuerpo se convierta en un peso muerto y que empuje, dejando caer dicho peso sobre la puerta, y ver que esta no se abre. Pasar de estar rozando el cielo con las yemas de los dedos, a estar charlando con el mismo diablo, porque no te queda otra. Intentar aplicar con todas tus fuerzas el "querer es poder", y por mucho que quieres, tu situación no cambia, ni tú, ni tu circunstancia. Echar de menos lo que un día echaste de más. Es demasiado tarde para segundas oportunidades, o al menos a mí no se me brindan.
Y es que cuando se impone el corazón, poco puede hacer la razón.