miércoles, 8 de noviembre de 2017

Paz (con P de Pilar)

Una despedida es la guerra con más bajas del mundo.
La hemorragia más larga.
La infección más purulenta.
Un "adiós" forzado es la manera más fuerte de anudar la garganta. 
Saber que lo que fue ya no será y no saber ya más.

¿Qué puede ser peor?

No escuchar otro de vuelta.
Sangrar solo.
Ser el único infectado.
Que nadie afloje el torniquete de impotencia de tu garganta.

Porque la única persona que puede hacerlo, no ha tenido la oportunidad de despedirse.

¿Qué duele más: abrazarse por última vez o no saber que ese abrazo será el último?

No pudimos despedirnos.


No quiero hacerlo.

Seguirás siendo hogar y, ahí, no hay guerra.