jueves, 17 de octubre de 2013

"Y, aunque voy a llorar, poco a poco entenderé que nunca volverás."

Había decidido salir de compras aquel día, hacía mucho que no se daba un capricho y quería renovar su fondo de invierno. Tomó en sus manos una bonita camisa negra de manga larga con transparencias. La acarició suavemente, le gustaba su tacto. Pronto, la canción que estaba sonando en aquella tienda dejó paso a otra que para ella no necesitaba presentación. Era una de estas canciones que te invitaba a bailar abrazados, muy lentamente, sintiendo cada compás que a ella se le grababan a fuego en el alma. Aquella canción la obligaba a recordar un capítulo de su vida que había terminado de escribir hacía ya más de un año y que había decidido nunca volverlo a leer. Pero, hay veces, situaciones, que, aunque no se quiera, acaban recordándote a un beso, a una mirada, un abrazo y, finalmente, a una persona. Dejó con cuidado la camisa en su sitio y salió de la tienda. Miró hacia la izquierda y, seguidamente, hacia la derecha: el centro comercial estaba abarrotado de gente que iba de aquí para allá, sin percatarse de que ella sangraba desamor. Se apartó, sentándose en el borde de una fuente que estaba situada en el centro de la planta calle de aquella galería comercial. Sacó su móvil del bolso y buscó entre sus conversaciones antiguas de WhatsApp: ahí estaba la suya. Comenzó a volver atrás en el tiempo y encontró su primera discusión. Y después otra. Y otra más. Solo se entendían en los besos, y, a la larga, eso pasa factura. Y la distancia...la distancia hizo mucho. Pero también hacía mucho de aquella historia y, una vez más, la doctora Música le había descosido la herida que tanto le costaba remendar. Notaba cómo los recuerdos fluían adueñándose de ella, resbalando por sus mejillas. Pero un día se prometió a sí misma que iba a ser fuerte, que se acabó el llorar por quien ni siquiera la recordaba, que no iba a ser más el cleenex de nadie y que, si ella agarraba uno, sería para secar lágrimas de felicidad, que si le iba a doler el estómago por alguna razón, sería de reír y no de nervios. Leyó un WhatsApp que acababan de enviarle. Volvió a mirar hacia los lados y rozó sus mejillas con las mangas de su chaqueta. Respiró hondo y salió a la puerta principal del centro comercial:
-¡Hola, amor! ¿Cómo van esas compras?-le saludó con un beso mientras el recuerdo que la canción que acababa de escuchar se desvanecía lenta y dolorosamente...
 

jueves, 4 de julio de 2013

Todo lo que he perdido por ser un estúpido y tomar lo que no debo.

Siempre tuvieron una relación difícil. Él era de orgullo fuerte, aunque ella tenía un perdón inmenso. Su rebelde adolescencia les causó muchos problemas, ahora maldice sus hormonas en ebullición. Tal día como hoy, le ha dado por recordar cuando caminaban por la calle agarrados de la mano. Ha venido a su memoria cómo le retiraba su rebelde flequillo antes de darle un beso en la frente cada noche. Hoy ha decidido hacerle una visita, tiene algo que contarle, después de tanto tiempo sin hablar:
  
<<Hola mamá. Sé que ha pasado mucho tiempo y que quizás no te alegre escucharme, pero no puedo vivir sin estar en paz contigo. También sé que cuando tú te marchaste vivíamos una situación difícil de la que solo yo tengo la culpa y, a la vez que tú exhalabas tu última bocanada de aire, me juré solucionarla. Y vengo precisamente por eso, para contarte que ya se ha acabado todo, mamá. Llamé a mis hermanos poco después de tu muerte y, al contrario de lo que yo esperaba, me prestaron toda la ayuda que necesité. Tienen el corazón casi tan grande como el tuyo. Ya no vivo sumido en aquel infierno que me consumía por dentro si yo no lo consumía, mamá. Nos ha costado años de llantos, discusiones, mentiras y más mentiras por mi parte. Yo quería salir de ahí, quería dejarlo, mamá, pero me tenía atrapado en su tela blanca. Intentaba huir, pero de repente sorprendía a mis pies caminando hacia el que era "mi amigo" porque me hacía precio después de tantos años, ¿sabes?  Antes de que me diese cuenta, tenía unos gramos en el bolsillo y unos cuantos billetes menos. Sabía que estaba mal, mamá, pero me era imposible pasar sin ella. Era un amor no correspondido, yo lo daba todo por ella: mi dinero, discutía con mi familia, perdí amigos, te perdí; pero ella lo único que hacía era dañarme: me pasaba las noches en vela cuando no la tenía y, cuando la tenía, también me era imposible dormir, cada vez me hacía necesitar más y más cantidad, más y más problemas. Pero eso ya se ha acabado, mamá. Quizás llego un poco tarde, pero por fin puedo decir que lo he superado. Espero que puedas perdonarme por todo el daño que te hice, no te merecías el calvario que te hice caminar de mi mano, tú, que lo diste todo por mí. Perdóname, mamá."
Una suave brisa le retiró el flequillo, se estaba haciendo de noche.

miércoles, 5 de junio de 2013

Cuando me enamoro.

-¿Qué te pasa?
Silencio. Suspiró. Iba a contárselo aunque no había nada nuevo, nada que no supiese, pero necesitaba soltar todo aquello una vez, una vez cada cierto tiempo. Y lo curioso es que solo hablaba de este tema desde lo más profundo del alma con Laura.


-Lo de siempre, Laura. Es cada acorde de guitarra acompañado de palabras de amor, aunque sean susurradas lo que me graba su nombre a fuego a contra-tiempo respecto a mis latidos. Empieza lento. Siempre empieza lento. Al principio casi ni se nota, ¿sabes? Comienza con alguna foto de hace tiempo, algún texto bonito, una película romántica o una canción de amor, bueno, mejor dicho de desamor. O simplemente alguien dice su nombre. Suelo decirme a mí misma que no lo echo de menos, que él lo último que me haría ahora es bien, que ha cambiado mucho y no es el de antes. Pero no sirve, Laura, no sirve. Algunas veces logro contener las lágrimas durante un rato, mentalizándome de que no las merece. Pero es que él se merece el mundo, Laura. Y el mundo sería poco para él. Igual que yo, yo soy poco para él. Sé que no hubo nada entre nosotros, lo sé. Pero él fue lo mejor que nunca me pasó. Y, a pesar de que me duela, tengo que aceptar que se ha ido, que ahora lleva otra vida y que yo no estoy en ella. Pero es difícil no querer separarte de una persona, mucho. Aunque, ¿sabes?, creo que eso sí que lo he aceptado, bueno...más o menos. Pero tienes que entender que el amor no se cura ni se olvida, el amor vive mientras vive el enamorado. Y ya sé lo que vas a preguntar, me lo preguntas siempre y siempre contesto lo mismo: No lo sé, no sé si estoy enamorada de él, pero cada día lo pienso más. Es mucho tiempo sin hablarnos y él sigue tan vivo dentro de mí, parece que nunca nos dejamos, lo sigo queriendo igual que el primer día, incluso puede que más, pero con la ilusión bastante más marchitada. ¿Sabes qué es lo que tengo muy claro? Que no hubo, hay, ni habrá nada entre los dos; tuve mi oportunidad y por miedo, por verme pequeña, por no verme preparada, por no querer perderlo, la desaproveché. Sé que voy a arrepentirme toda la vida, porque ninguno me ha calado como él. Tengo que decir que tampoco nunca alguien me ha inspirado tanto. Y es que las mejores palabras, emanan de una herida de amor. Como siempre, gracias cielo, por escucharme, te debo tantas...


lunes, 27 de mayo de 2013

Juegas en verso.

-¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL! ¡VAMOOOOOOOOOOS!-él celebró aquel disparo a puerta como si hubiese salido de sus propios pies, sabía que su equipo estaba a punto de lograrlo, a unos escasos minutos de coronarse campeón. En su cuerpo se desató la locura, se deshizo de su camiseta, la arrojó y comenzó a correr por el salón, hasta tirarse de rodillas en el suelo, al lado de la mesita de café colocada equidistantemente de la tele y el sofá.-¡VAMOS, JODER!-se giró, y la vio todavía sentada en el sofá, sonriendo, feliz porque él estaba feliz, mirándolo con ojos de niña pequeña que espera que reparen en ella. De repente, calma. Su cuerpo había olvidado aquel chut que los jugadores del equipo todavía celebraban abrazando a aquel killer que les había dado el título. Se acercó con paso lento hacia el sofá y, sin decir nada, acurrucó su cabeza en las piernas de ella, rodeándola con uno de sus brazos. Se entendían perfectamente, pero estaban conteniendo sus ganas de besarse, quién sabe por qué, pero era un juego entre ellos dos.
-Te quiero.-los labios de ella articularon aquellas dos palabras.
-Esto merece más celebración que cualquier gol.-dijo él.
Y lo celebraron.

domingo, 12 de mayo de 2013

"Dolerá, pero no tanto como su ausencia."

-Nunca más.-se dijo. Colocó un cigarro en sus labios y lo encendió torpemente por culpa del viento.-Me lo juro.
Dirigió sus pasos hacia la parte alta de la ciudad. Sus pulmones iban tiñéndose de negro acompasadamente. Cuanto más se alejaba del centro, menos gente circulaba a su alrededor, y eso le gustaba. Llegó a donde sus pies le llevaban instintivamente cuando se acordaba de ella. Volvió a sentarse en el mismo banco de siempre y suspiró a la vez que arrojó la colilla al suelo, no se molestó en apagarla. -Ya que dejó de arder la pasión, que arda la nicotina.-Sacó su cuaderno lleno de letras que pretendían plasmar sentimientos que ni él mismo sabía definir. Un boli, un suspiro y manos a la obra.
"Eso de su dedo juguetón deslizándose sobre mi espalda desnuda. Eso de su sonrisa amagando besos que más tarde yo me cobraría. Su pelo que olía a deseo y a impaciencia. Sus piernas, que nacían de una perfecta cadera. Mis manos en su cintura y su cabeza en mi hombro."
Algo le hizo abandonar su prosa y levantar la cabeza del cuaderno. Era su olor. El olor del pelo de ella. Miró a la izquierda. A la derecha. Nadie. Volvió a sumergirse en sus letras.
"Mis manos en su cintura y su cabeza en mi hombro. Su culo...¡qué culo! Cuántas noches lo he echado de menos entre mis sábanas."
Oyó unos pasos que le eran familiares pero no se atrevió a girarse.-Joder tío, te hace tanta falta tenerla al lado que hasta imaginas que está aquí y ahora, va, concéntrate-se dijo.
"Cuántas noches lo he echado de menos entre mis sábanas. Cuánto me gustaría poder susurrarle al oído por última vez. Solo una vez más. Volver a sentir su dedo en mi espalda. Volver a oler su pelo. Recortar con mi mirada una vez más las curvas de sus piernas. Su culo entre mis sábanas por última vez. Solo una vez más."
Cerró su cuaderno. Lo tenía decidido. Sabía que era imposible no recordarla, por mucho que se lo jurase todas las noches. Iba a tatuársela en la piel para siempre, igual que en su corazón. Caminando con un paso que él creía firme pero que apenas parecía seguro, llegó a un modesto estudio de tatuajes.
-Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle?-una mujer morena y bajita le habló desde detrás del mostrador.
-Van a ayudarme y mucho, no saben cuánto. Van a ayudarme a recordar para siempre a la persona que fue mi vida y que, aunque nos separase aquel accidente de tráfico que provocó un jodido borracho, sigue siéndolo. Necesito tenerla conmigo. Necesito que los poros de mi piel transpiren las letras de su nombre, literalmente.
-Entiendo. Pase por aquí. Dolerá, pero no tanto como su ausencia. 

miércoles, 10 de abril de 2013

Las dudas de echarte al olvido o llamarte para contarte, qué sé yo, que sigo existiendo.

Ella se lo prometió. Y lo prometido es deuda. ¡Y anda que no tenía ella deudas con su espalda! Debía aprender a tocar la guitarra. Él le había pedido una canción, la había retado. Empezó como un juego. Algún rato por las tardes, algún fin de semana suelto. Pero el tiempo pasa, y llueve. Llovió mucho sobre ellos, demasiado. Se dejaron y ella dejó la guitarra. Casualmente, unos años después, sus sonrisas volvieron a encontrarse y ella volvió a sentir lo que creía muerto y a recordar el pasado. Ese día, cuando llegó a casa, desempolvó su guitarra y, afinándola torpemente, intentó tocar algo. Cada nota le arañaba lentamente el corazón, pero dicen que solo si escuece cura. Decidió cumplir su promesa, por todo lo que se habían querido, por todos los besos que quedaron en el aire, por lo que un día fueron y jamás volverían a ser. Chin-chin. Ahora, después de muchas clases de música, después de muchos ensayos es guitarrista y vocalista de un grupo y cada noche, al subir el telón, ella empuña su primera guitarra a la vez que se agarra a la melancolía y, por si él le está escuchando...

-Quisiera dedicarle esta canción a él, porque lo prometido es deuda. Por todo lo que quise que fuésemos y por todo lo que no fuimos, que, es lo mismo. No me cansaré de dedicarle esta canción porque es suya y sé que, algún día, la escuchará y sentirá todo lo que sentí yo al escribirla, todo lo que siento al cantarla.

jueves, 14 de marzo de 2013

Aujourd'hui.

Hoy, me he dado cuenta de que apenas recuerdo tu cara.
Hoy he echado en falta uno de tus abrazos. 
Hoy he caído en la cuenta de que no estás tú.
Hoy he llorado al ver tu foto y no verte a ti.
Hoy he pensado lo grande que eras y creo que me ha crecido el alma.

Hoy es uno de esos días que lloro hasta dormir,
que añoro hasta enloquecer
y en los que deseo volverte a ver.

Hoy desearía tener un genio,
de esos que conceden deseos
para pedirle que vuelvas a contarme historias como antes,
a darme el abrazo más fuerte,
a enseñarme lugares,
a cuidarme y a quererme.
A quedarte aquí, sentadita junto a mí.
Hoy he pensado lo grande que eras y creo que me ha crecido el alma.

Hoy he sabido lo fugaz de la vida,
lo cruel de la misma y el poder de la nostalgia.
Hoy, vuelvo a llorarte, nana mía.

Hoy sabes que de ti me acuerdo,
que estas letras son tuyas,
que sin ti me pierdo.
Hoy he pensado lo grande que eras y creo que me ha crecido el alma.
Hoy, vuelvo a llorarte, nana mía.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Sola, como cuando tú te fuiste.

Saca las llaves del bolso y las introduce en la cerradura. Las gira. Antes de entrar en casa, se quita los tacones sintiendo en sus cansados pies el frío suelo. Cruza la puerta y la cierra a su espalda, empujándola suavemente con el culo. Se dirige a su cuarto. Baja la cremallera de su vestido y lo deja caer. Se pone ahora unos vaqueros cortos y una blusa ancha. Camina descalza hasta la cocina. Prepara café. Mierda. Otra vez ha vuelto a equivocarse, otra vez ha hecho café para dos. Se llena una taza y va hacia el salón, sientiendo el dolor en los pies después de tantas horas de fiesta subida en 12 centímetros de tacón negro. Son casi las nueve de la mañana. Abre una de las ventanas del salón y se sienta en el alféizar. Sus ojos se cierran al sentir el Sol en la cara. Respira hondo. Predice un domingo meláncolico. Y lo predice bien. Otra vez, por culpa del café, ha vuelto a acordarse de él y el silencio de la casa se le ha antojado insoportable.
 

3 MESES ANTES...
"Se dirigió corriendo al baño, cerrando con pestillo la puerta a su espalda y dejándose caer, apoyada en esta, comenzó a llorar todo lo que debía de haber llorado hacía mucho.
-Siento haberte gritado, pérdoname, he perdido los nervios. Venga, va, Naila, abre la puerta.-Silencio-Sabes que te quiero y que no soportaría vivir sin ti. Lo sabes. Me he comportado como un gilipollas, lo sé, me dejé llevar por lo que decía la gente y casi te pierdo por eso, no sé en qué mierdas estaba pensando para que se me pasase por la cabeza que me habías puesto los cuernos, de verdad que lo siento.-De nuevo, silencio-¡JODER, NAILA, YA TE HE PEDIDO PERDÓN MIL VECES, NO SÉ QUÉ MÁS QUIERES QUE HAGA!
Se oyó el deslizar del pestillo y Naila salió del baño, mirando a los ojos a los que tantas veces había sonreído.
-Quiero que te vayas.
-¿QUÉ?
-Que te vayas. No podemos seguir así, Hugo.
Él agarró su chaqueta y con paso firme atravesó el pasillo y desapareció con un sonoro portazo."


Ese portazo era la última noticia que había tenido de él. Ni una sola llamada, ni un solo mensaje. No habían vuelto a quedar, no habían vuelto a verse. Ni siquiera un encuentro casual en un bar. Nada. Bebió un sorbo del café. La ciudad todavía dormía. Sentada en la ventana, ella se preguntaba si él la echaba de menos alguna vez. Ella no había vuelto a ser ella con ningún hombre a los que había besado tras la marcha de Hugo. Pensó que, besando muchos labios, olvidaría el sabor de los suyos. Pero, se equivocó. El sabor de los labios de Hugo todavía resbalaba por sus comisuras. Suspiró. Pensó si, quizás él hubiese estado a punto de llamarla y luego se hubiese arrepentido, como hizo ella muchas veces. Se preguntó por qué cojones había sido tan estúpida de dejar marchar aquello que más quería y por qué los humanos nos dedicamos a complicar cosas tan simples como el amor. "El amor solo necesita que dos personas se quieran y puedan estar juntas" pensó, "solo supone besar los labios que te besan, acariciar las manos que te acarician y querer a la persona que te quiere" Otro sorbo de café. Detuvo un momento sus pensamientos para contemplar el despertar de aquella ciudad. La vibración de su móvil la devolvió de su estado de abstracción. Un mensaje. Abrió la bandeja de entrada: "Naila, he pensado en esto mucho, muchísimo, hay gente que me ha dicho que no lo hiciese y gente que me ha aconsejado que sí y solo he conseguido una paja mental, así que, dejaeré que hablen mis sentimientos. Te odio. Te odio mucho. Odio cada discusión que hemos tenido, odio cada grito y cada portazo, especialmente el último. Odio cada noche en la que no dormimos juntos y en las que te oía llorar encerrada en el cuarto por mi culpa. Odio cada una de tus rabietas y el haber tenido que ir detrás muchas veces que tú no tenías razón solo para volver a estar bien. Pero te odio principalmente por una razón. Te odio porque no eres mía. Hugo."
Recuerdos salados comenzaron a resbalar por sus mejillas. Oyó el ruido de la puerta abrirse. Ella bajó la cabeza y la escondió entre sus piernas. Alguien avanzó por el salón sin hacer ruido y se situó detrás de ella. La rodeó con sus brazos y le alzó la cabeza.
-Te odio-le dijo.     

domingo, 10 de febrero de 2013

I don't wanna miss a thing.

Me va mucho enamorarme de sonrisas, y lo hago con mucha facilidad. Ese es mi problema. Llega un punto, un punto sin retorno, en el que para mí, sus sonrisas cobran mucho más significado. Después de tantas sonrisas, aparece una que me dice que algo ha cambiado, algo en la parte izquierda de mi pecho late más y más deprisa cuando sonríe. Un punto en el que empiezo a preocuparme. Cada sonrisa suya significa una mía. Entonces es cuando entra el miedo. Y ahí ya la hemos jodido. Mi cabeza y mi corazón entran en una batalla que nunca termina entre lo coherente y los sentimientos. Mis labios se mueren de ganas por morder una de sus sonrisas pero mi cabeza se muere de miedo por si él no siente lo mismo, por si llego a perderlo. Pero, de repente, aparecen frases, gestos, que me hacen creer que los dos estamos en la misma situación pero ninguno dice nada. Y, cuando  todo parece estar claro, algo se tuerce. Algo me hace pensar que quizás me estoy equivocando y que debería dejar las ilusiones aparte, que solo hacen daño. Y aunque sé que a veces el miedo a perder nos hace perder mucho más, sigo siendo de esas cobardes que no arriesgan. Por mucho que lo quiera. Precisamente porque lo quiero. 
I don't wanna miss a smile.

miércoles, 30 de enero de 2013

Si sabes contar, cuenta conmigo.

Cuando la vida te pese, cuando ya no te queden fuerzas, cuando creas que solo llueve dolor. Cuenta conmigo. Cuando todo sea de un gris muy feo y la niebla sea tan espesa que no te deje ver que sigue habiendo cosas que valen la pena, cuenta conmigo. Cuando el dolor sea la única sensación que abraza a tu corazón, cuando te sientas perdida, desubicada. Cuenta conmigo. Cuando lo único que salen de ti son lágrimas, cuando no tengas palabras y notes un nudo en la garganta, cuenta conmigo. Cuando el mundo te pese a las espaldas y tus pies estén cansados de caminar sin saber a dónde ir, cuenta conmigo. Cuando no recuerdes lo que es el calor de un abrazo ni la suavidad de una caricia, cuenta conmigo. Cuando para ti anochezca siendo de día y se te nublen todas las sonrisas, cuenta conmigo. Cuando las luces de tu vida se hayan fundido y camines a ciegas, cuenta conmigo. Cuando necesites oír una voz al otro lado del teléfono solo para sentir que alguien te escucha, cuenta conmigo. Cuando necesites alguien con quien llorar o con quien reír, cuenta conmigo.

Que hoy voy a poner el mundo a tus pies.

domingo, 13 de enero de 2013

Me abandona la ilusión, me tropiezo y me caigo.

Tener miedo de las ilusiones, que "son espejismos que hacen que te vea como quiero yo, y la realidad no es así". Querer ser dura como una piedra y más fría que el hielo y acabar siendo de plastilina. Creer que ser fuerte es no echar de menos y, no darme cuenta de que ser fuerte es echar de menos con una sonrisa en vez de con los ojos inundados de recuerdos. Pensar que, callar lo que siento, es la mejor opción. Para ti. Para mí. Para todos. Necesitar constantemente bañarme en abrazos. Seguir en la misma página, cuando tú pusiste punto y final a nuestro capítulo hace ya tiempo. Darme cuenta de que, "el tiempo no cura nada, el tiempo no es un doctor." Ignorar que "busco tu mirada entre los ojos de la gente." Hacerme creer que ya no existen esos escalofríos que siempre acompañaban a tu nombre. Inventarme mil situaciones que jamás van a ocurrir. Soñar mil besos que nunca voy a dar. Crear mil conversaciones que nunca vamos a tener. Y, pagar más caros los sentimientos cuando los hago callar.
 

jueves, 10 de enero de 2013

Sus locuras ganando batallas.

Entonces se dio cuenta. Se dio cuenta de que para levantarte primero tienes que caer. Que para sonreír antes tienes que estar serio. Que para soñar antes hay que dormir. Que para saltar primero hay que coger impulso. Que para hablar hace falta escuchar. Que para crecer tienes que ser pequeño. Que para leer hace falta escribir. Que antes de correr, tenemos que aprender a andar. Que para mirar atrás, hace falta un camino. Que para reír, antes has llorado. Que para besar, hace falta amar. Y que para morir, primero hay que vivir.