lunes, 30 de julio de 2012

Kiss the darkest parts of my soul.

Después de todos estos años construyendo muros a mi alrededor y de no mostrar mis problemas. Después de todas las veces que he callado cuando me moría por hablar. Después de todas las veces que he escondido mi malestar para poder abrazar. Después de todas las veces que dejé de llorar para no dar explicaciones. Después de todas las veces que hice de tripas corazón y reí. Después de todas las veces que cambié lo salado de una lágrima por lo dulce de una carcajada. Después de todas las veces que empapé mi almohada mientras te pensaba. Después de todas las veces que fingí estar bien para no preocupar. Después de todo lo que te quise. Ahora me queda echarte de menos. 


viernes, 27 de julio de 2012

Son tantas lunas las que te he llorado...

Que ya no importa nada. Que llegué a quererte y es con lo único que me quedo. Que también me encantaría quedarme con tus besos, con tus abrazos, con el olor de tu colonia, con la luz de tu sonrisa y con todos y cada uno de los remolinos que habitan en tu pelo. Que me gustaría quedarme contigo. Que me gustaría que te quedases conmigo. Aquí. Para siempre. Suena sencillo, ¿no? Sería demasiado fácil. Y es que parece que el amor y los obstáculos caminan de la mano. Aunque, si soy franca, creo que la magnitud de los inconvenientes la deciden las personas y sus ganas de quererse, de abrazarse, de besarse, de probarse, de morderse, de desayunarse, de comerse y de cenarse. El problema se presenta cuando para ti una persona siempre es el menú del día pero sin embargo ves que él continuamente pide la carta. Quizás no sea tu plato preferido, que sé que mi guarnición se compone de errores y defectos, pero quédate con lo principal, que te quiero y eso no lo sirven en cualquier restaurante. 

Quédate a dormir, que pasen treinta años antes de mañana.

Allí se encontraban los dos, entre el sonido de unos besos que habían callado demasiado, cerca del futuro que pasarían juntos y lejos de las veces que ocultaron sus sentimientos. Abrazos que no reflejaban amistad, sino ganas de quererse, de tenerse, de absorberse. Miradas que gritaban el amor que tanto tiempo había guardado silencio. Caricias que se transformaban en escalofríos. Sonrisas que no eran sonrisas, sino una explosión de complicidad, de ilusión y de ganas de parar el tiempo. Labios que no contemplaban la opción de separarse, y que, por fin, se fusionaron aquella noche.
Tras las manos va el resto de la piel.

lunes, 23 de julio de 2012

So come on back and see just what you mean to me, I need you.

Hola. Soy una Segunda Oportunidad, ¿te suena? No mucho, ¿verdad? Es que no suelo relacionarme con las personas, porque sino su vida sería demasiado fácil, ¿no crees? Tienes la oportunidad de estar con una persona, de decir lo que sientes, de pedir perdón, de abrazar, de besar... Y la  dejaste pasar. Pero llega la señorita Segunda Oportunidad y vuelves a plantearte todo: todos los sentimientos que callaste, todas las disculpas que no salieron de tu boca, todos los abrazos y los besos que no diste. Por eso me presento poco, para que cada uno aprenda a valorar lo que tiene, lo que podría tener o lo que podría dejar de tener en cada momento. 

Just as long as you stand, stand by me.

martes, 3 de julio de 2012

Against racism.

Se lo creyó. Se lo creyó porque llegó a desearlo con cada rincón de su cuerpo, de su alma. Pensó que aquella batalla, en la que había volcado sus fuerzas, sus ganas de vivir, todas sus ilusiones, todo su diálgo, pensó que había terminado. Pero se equivocó, todavía no estaba escrito el punto y final, para su desgracia, para la desgracia de otros muchos. Había peleado para que se la reconociese, para que se reconociese a otras personas que estaban en su situación, pero pareció pelear en voz bajita, por las veces que le habían dicho que molestaba. Eso no la frenó. Sabía que ella podía ser igual que los demás, de hecho lo era, y contaba con el apoyo de personas que contradecían los prejucios que alimentan a esta sociedad. ¿Qué importaba si tenía más melanina en la piel que otras personas? ¿Qué hubiese pasado si hubiese tenido menos? "Si al fin y al cabo lo que vale está en el interior, ¿no?" se repetía una y otra vez para seguir buscando la igualdad, alimentada de ánimos, "y mi interior vale mucho, y quiero ofrecerle mi interior a la gente". Había soportado insultos que iban dirigidos a su piel de gente que no la conocía y que se hubiese arrepentido de hacerlo si hubiesen tenido la oportunidad de tratarla. Ella era de ascendencia sudafricana y nacida en España. Suena irónico decir que había nacido en el mismo lugar en el que lo habían hecho aquellas personas que se metían con ella. Se ganó el corazón de mucha gente que se molestó en conocerla, y la envidia de algunos que ni lo intentaron. Su carisma le abrió puertas que el racismo le cerró en varias ocasiones. Ni si quiera eso le arrebató las ganas de seguir luchando. Fue cuando vio en otra persona el racismo que ella había recibido cuando se derrumbó, cuando todo le pudo, cuando vio más muros, cuando su alma cayó hasta sus pies: cuando lo recibió su hija.

Pero a la vez esto la cargó de energía, era su hija, no quería que pasase por lo que ella ya había pasado.