-¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL! ¡VAMOOOOOOOOOOS!-él celebró aquel disparo a puerta como si hubiese
salido de sus propios pies, sabía que su equipo estaba a punto de
lograrlo, a unos escasos minutos de coronarse campeón. En su cuerpo se
desató la locura, se deshizo de su camiseta, la arrojó y
comenzó a correr por el salón, hasta tirarse de rodillas en el suelo, al
lado de la mesita de café colocada equidistantemente de la tele y el sofá.-¡VAMOS, JODER!-se giró, y la vio todavía sentada en el sofá, sonriendo, feliz porque él estaba feliz, mirándolo con ojos de niña pequeña que espera que reparen en ella. De repente, calma. Su cuerpo había olvidado aquel chut que los jugadores del equipo todavía celebraban abrazando a aquel killer que les había dado el título. Se acercó con paso lento hacia el sofá y, sin decir nada, acurrucó su cabeza en las piernas de ella, rodeándola con uno de sus brazos. Se entendían perfectamente, pero estaban conteniendo sus ganas de besarse, quién sabe por qué, pero era un juego entre ellos dos.
-Te quiero.-los labios de ella articularon aquellas dos palabras.
-Esto merece más celebración que cualquier gol.-dijo él.