Sigilosamente, deja caer una de sus lágrimas suicidas al frío suelo embaldosado. Mira a izquierda y a derecha para ver si alguien ha oído a sus esperanzas chocar con el suelo. Nadie. Suspira. ¿Cómo es posible que nadie la haya oído? ¡Si lleva tanto tiempo gritando en su interior! Siente cómo se eriza su piel solo con recordar su imagen. Hace un intento de levantarse, pero sus piernas tiemblan y vuelven a fallarle.

Sabe que hace daño a su familia y a sus amigos, y esa es la parte que más le duele. Es consciente de que ella también se daña, pero se siente mal cuando no lo hace. A él. A él le importa una mierda. Y sin embargo ella agoniza cada mediodía en aquel lúgubre baño.
Ya está. Todo va a terminar muy pronto. Ha decidido transformar todo su amor hacia él en amor propio. Hoy empieza a quererse. Y, esta vez, de verdad.
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