domingo, 25 de enero de 2015

Game Over

-Tienes las manos frías.-Dijo mientras las estrechaba entre las suyas.
-Será este invierno que no avisa.-Sonrió.
El silencio se apoderó de ellos durante unos instantes, pero no molestaba.
-Te he echado de menos todo este tiempo.
-Y yo a ti.-Hizo una pausa tratando de meditar lo que iba a decir.-Pero de una forma distinta a como lo había hecho antes.
-¿Cómo lo has notado?-su corazón se hundió en las profundidades de su pecho, pero supo disimular.
-Porque ya no te necesito para sonreír. Me di cuenta de que eres totalmente prescindible.
-¿Eres feliz?
-Mucho. ¿Y tú?
-También. Así que vas echando de más lo que un día echaste de menos, ¿no?
Tardó en contestar.
-No es exactamente así.-Sonrió.-No lo echo de menos. Son cosas que están ahí y que algunas se acabarán yendo con el tiempo y yo ya no intentaré detenerlas, son parte del pasado, son pasado. Yo no voy a echarlas, pero no voy a impedirles que se vayan.
Soltó sus manos y estas recobraron la rojez causada por la frialdad del momento.
Inspiró lentamente y continuó diciendo:
-Llega un momento en el que te das cuenta de que has hecho demasiado por alguien, que el siguiente paso solo puede ser separarse. Dejarlo solo y alejarte. No es que estés renunciando o que no lo hayas intentado con suficientes fuerzas, no. Simplemente debes entender que has sobrepasado el límite de la determinación a la desesperación.
Sintió una punzada en el estómago. Sonreía y no se encontraba en su sonrisa. Notó que, por su parte, cualquier tipo de nostalgia había desaparecido, que se había abandonado al tiempo. 
Hacía un rato que solo hablaba ella:
-Voy a irme. Para siempre. Y no voy a mirar hacia atrás. Y no,-esbozó una sonrisa y clavó los ojos en sus ojos-no es una amenaza.
Se limitó a desviar la mirada al suelo.
Ella se levantó de aquel banco y, como había prometido, no giró la cabeza ni una sola vez.



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