jueves, 26 de abril de 2012

"Te he echado de menos todo este tiempo"

Permaneces quieta, sentada en el suelo, abrazando tus rodillas. Tu cabeza está escondida en el hueco que se forma entre tus piernas y tus brazos. Las lágrimas caen y el cansancio que se acumula en tu cuerpo acentúa más su caída. Hace frío. De vez en cuando, con las manos escondidas dentro de tu chaqueta, te secas las lágrimas, quizás para evitar que se congelen o simplemente para dejar paso a otras nuevas. Tu cara está teñida de negro a la altura de tus mejillas, debido al rímel que ha decidido solidarizarse con tus lágrimas. Tu pelo, alborotado, se posa sobre tu cara, pero ya no intentas apartarlo. Notas cómo el frío pasa del suelo a tu cuerpo, pero no te importa, en parte es algo que te agrada, el sentir que algo traspase tu ropa y tu piel de tal forma que te haga tener escalofríos. No hay nadie en la calle. Piensas que tampoco necesitas compañía en esos momentos, equivocación de la cual serías consciente algo más tarde. 
Oyes unos pasos. Ni si quiera levantas la cabeza para mirar quién es. Se detienen a tu altura. Silencio. Ahora, tus sollozos. Notas cómo te acaricia el pelo. Su mano está caliente y el contraste con tu piel fría te hace estremecer. Lentamente, sacas tu cabeza de su escondite y alzas la vista para comprobar si esa mano pertenecía a un rostro conocido. Efectivamente. Lo conocías, pero durante mucho tiempo habíais sido como desconocidos.
-¿Qué te pasa?-volviste a oír su voz rasgada tras casi dos años.
Silencio. Una lágrima contestó a su pregunta al resbalar por tu mejilla. Él se agachó y delicadamente rozó aquella lágrima para secarla. Decidió sentarse a tu lado. Se quitó su chaqueta y te la colocó en la espalda. Ahora se había quedado en manga corta. Sus brazos, aquellos que te dieron la oportunidad de abrazarte en su día y no la aceptaste, aunque te morías de ganas, estaban ahora rodeándote. Sus manos, fuertes, al igual que el resto de su cuerpo, acariciaban tus hombros para evitar que tuvieses frío. Sus ojos, marrones, poseedores de aquella intensa mirada, habían reparado esta noche en ti; después de muchas noches en las que los tuyos no dejaron de mirarle. Sus labios, el mejor telón a la mejor obra que has visto nunca: su sonrisa; esos que hace tiempo no quisiste besar por el miedo al qué dirán. Erais tan distintos y veías aquello tan imposible. Pero había llovido mucho desde entonces, aunque tú no hubieses querido separarte de él.
-¿Puedo ayudarte?
Solo podías mirarlo. Tenías miedo de equivocarte como ya hiciste en su día, por eso no decías nada.
-No sé el motivo por el que estás llorando, pero me preocupa.
-¿Quieres saber de verdad por qué estoy llorando?-tu voz temblaba.
-Sí.
-La verdad...Es que me he acordado de lo mucho que te quise, ¿sabes? Pero eso no es lo peor, lo peor es que me he dado cuenta de que lo sigo haciendo y hace prácticamente dos años que no hablamos. Sí, ya sé eso de que "donde hubo fuego hay cenizas", pero en mi caso no es así, en mi caso sigue habiendo fuego, no he dejado de quererte un solo día. Lo he hecho en silencio, pensando que ni te acordarías de que existía, y, para qué complicarte la vida. Te quise y te quiero. Eso es lo que me pasa.-Silencio.-¿No piensas contestarme?
 Su beso fue la mejor respuesta.

domingo, 15 de abril de 2012

No estoy para nadie, no estoy en tu piel.

Creo que ni si quiera te acuerdas de que existo, y no sabes lo que me gustaría cambiar eso. Tampoco creo que sepas de la existencia de mis suspiros, esos que exhalo cada vez que una canción me graba a fuego tu nombre. Ni sabrás que existen las ganas de armarme de valor y poder volver a hablarte: "¡Cuánto tiempo! Se ha hecho eterno sin ti." Repaso cada momento, día, tarde, noche, hora, minuto, segundo, sonrisa, abrazo, carcajada, mirada, sueño en los que estuve contigo, es la única forma de sentirte cerca. Sinceramente, no me acuerdo a qué olían tus abrazos, y las historias escondidas tras tu sonrisa, buscan apartarse de mi memoria. Pero quiero que eso cambie, quiero volver a contemplar atónita las comisuras de tu boca elevarse y quiero inspirar muy hondo cuando esté entre tus brazos. Pensar que ser valiente es escribir todo esto y cambiar de opinión al verte y no ser capaz ni de aguantarte la mirada. Y sentir eso de tener calor y notar las manos frías, eso de querer acercarme a ti y que mis piernas no se muevan, eso de querer sonreír y conseguir solo morderme el labio inferior.
 Qué más va a dar todo esto, si ni quiera sabes la existencia de este texto...

lunes, 9 de abril de 2012

"Nunca lo pensamos, ni lo imaginamos, pero así sucedió"

Lo siento. Me disculpo antes de actuar, porque, conociéndome, sé que haré daño. No sé todavía a quién ni cómo, pero lo siento. Toda decisión tiene su consecuencia, puede ser buena o mala. También me disculpo por no entender por qué nos quedamos con las consecuencias malas, ¿queremos amargarnos? ¿Dónde están todos esos rollos de "quiero ser feliz y a la mierda todo"? No se puede, no puede importarte una mierda todo. Por el simple hecho de ser persona, sientes, y si sientes, tienes preocupaciones. ¿Sabes? A veces no me importaría no tener preocupaciones y hacer caso a eso que dicen de "Carpe Diem", pero, sé que habrá un mañana, y sé que entonces, en ese mañana, veré las consecuencias del ayer. Quizás el pensar y el meditar tan fríamente las cosas me esté privando de muchas oportunidades, pero, ¿y si esas oportunidades solo traen consecuencias malas? Sigo pidiendo perdón por no saber qué es lo que tengo que hacer para tener a todo el mundo contento, pero, en ningún momento el mundo me ha pedido perdón a mí por no tenerme contenta.
 ¿Sabéis qué os digo? Que a la mierda todo, ya tendré tiempo de arrepentirme mañana.