viernes, 2 de marzo de 2018

Gracias por ser agua sin serlo

Puede ser que te parezcas al agua
por ser vida;
por conseguir el color verde Esperanza;
por introducirte en mis grietas y curar mi deshidratación de fe en la magia
       [que es creer dos veces en lo que no se ve, pero se siente,
        un sí 2  que te daría todos los días de nuestra vida];


Puede ser que te confundas con el agua cuando disfrutas un domingo de la lluvia
       [como si te corrieses a lo bestia];


Puede ser que les recuerdes al agua
porque haces barro de las dudas
       [y eso les asusta];
porque has decidido que todo el mundo es tu hogar
y te has propuesto conocer todos los rincones de tu casa.



Pero me demuestras que no eres agua:
no te escurres entre mis dedos.


       [Gracias por ser agua sin serlo]


miércoles, 8 de noviembre de 2017

Paz (con P de Pilar)

Una despedida es la guerra con más bajas del mundo.
La hemorragia más larga.
La infección más purulenta.
Un "adiós" forzado es la manera más fuerte de anudar la garganta. 
Saber que lo que fue ya no será y no saber ya más.

¿Qué puede ser peor?

No escuchar otro de vuelta.
Sangrar solo.
Ser el único infectado.
Que nadie afloje el torniquete de impotencia de tu garganta.

Porque la única persona que puede hacerlo, no ha tenido la oportunidad de despedirse.

¿Qué duele más: abrazarse por última vez o no saber que ese abrazo será el último?

No pudimos despedirnos.


No quiero hacerlo.

Seguirás siendo hogar y, ahí, no hay guerra.

domingo, 29 de octubre de 2017

Y yo toda la suerte

Tienes la felicidad guardada entre el hueco que separa tus labios de tus dientes,
y me sonríes.

Tienes un Sol viviendo en tu manga
y siempre me rodea si tirito.

Tienes la ilusión asomándose desde tus pupilas
y un espejo enorme en las mías.

Tienes la risa escondida detrás de una mueca
y me estás curando la vida.

Tienes toda la magia en tu cabeza
y, joder, nunca has necesitado ningún truco.


Tienes amor en las manos
y me recoges el pelo
tienes amor en la garganta
y cantas conmigo
tienes amor en los ojos 
y me miras
tienes amor en el pecho
y me abrazas
tienes, amor, en los labios, toda mi vida.

sábado, 21 de octubre de 2017

Color Esperanza

No has dado tú el paso, sin embargo, la tierra se ha movido bajo tus pies y has visto piedras como recuerdos rodar en dirección contraria a ti mientras esperabas un efecto boomerang.

Pero la previsión ha fallado: ha vuelto el miedo [el puto miedo].

Y ahora ya ninguna opción parece la correcta: ni avanzar, ni retroceder, ni quedarte quieta.

¿Qué mierdas hay que hacer en caso de derrumbamiento? ¿Cómo cojones se para una avalancha? ¿Por qué estamos temblando? ¿Gritar va a salvarme? Y, llorar, ¿va a evitar que me ahogue?

Con el pie y la indecisión en el aire miro al suelo y veo que, justo debajo, hay un tallo verde.

Todavía hay Esperanza.

viernes, 22 de septiembre de 2017

La vida entera

Sonrío por un roce,
porque en nosotros no hace el cariño [evidente],
hace la felicidad [inmensa].

Me quedo a vivir entre los pliegues de tu sonrisa,
con lo que me gusta taparme y ponerme hasta arriba [de ti].

Me das calor incluso cuando tienes las manos frías,
porque eres casa,
donde nunca nieva y solo llueve cuando hay sueño.

Elijo una de esas canciones que no paras de cantar para que suene
[en ti y en mí]
la vida entera.

Y las ganas me sobran, me desbordan, me ahogan...

No, por favor, no te pongas serio, que me destapas.
[Vuelve              a                 salvarme].

jueves, 29 de diciembre de 2016

OJALÁ MÁS BESOS DE ABUELA

Hiciste algo mal: no avisaste.
No nos avisaste y nos hemos quedado con un montón de cosas que eran para ti y que ahora duelen y nos hacen sangrar como nunca antes hemos llorado.
Tenemos montañas de abrazos que no paran de crecer. Se acumulan y pesan, aunque a veces disimulemos.
Estamos guardando historias que jamás vas a poder escuchar. La vida, todas nuestras vidas que están siguiendo. No podíamos pararnos.
Y ya que tú no lo haces, ahora soy yo la que calienta sus manos frías alrededor del café.
Todavía esperamos a que te pongas en las fotos, que si no cuesta sonreír.
No nos avisaste y nos hemos quedado sin un montón de cosas tan necesarias para todos nosotros.
Te has llevado la sabiduría popular y nos has dejado con un montón de pantallas táctiles de mierda.
Y los consejos ya no están. Ni esa capacidad de cuidar de todos a la vez. Ni la oportunidad de cuidarte a ti.
Ni siquiera tenemos tu risa ni aquellos apretones de manos para poner las cosas fáciles a los demás.
Y los domingos dan más miedo ahora que nunca.
No están los besos de abuela (ni los míos ni los tuyos); que ahora beso con cuidado para no echarme a llorar.
También te has quedado abrazos.
¿Cómo olías?
Ya no lo recuerdo.

lunes, 23 de mayo de 2016

Creo que pides demasiado para mis 19 años

19.
Y no he vivido ni la mitad de cosas que tú a mi edad.
Qué te voy a contar, si con unos pocos meses de vida ya sobreviviste a un bombardeo durante la puta Guerra Civil. Quizás por eso eras una socialista tan acérrima, pero socialista de verdad, no el postureo del que vive ahora el PSOE. Quizás por eso no soportabas a la derecha y te brotaban ampollas si escuchabas hablar a Rajoy o a Aznar. Me encantaba curártelas hablando contigo de política.
Si tú empezaste a trabajar a los diez años cuidando de un niño que era más grande que tú, cuando yo a esa edad solo me preocupaba de estudiar, de jugar y de que hubiese algo con chocolate a la hora de la merienda.
Si no tuviste las alas que nos habéis dado a nosotros, cuando en tu casa, a mi edad, la puerta se cerraba a las doce de la noche.
Si valorabas el esfuerzo de conseguir las cosas y a nosotros nos basta con abrir la boca para, seguramente, conseguir aquello que queremos.
Si el hambre os tocó de cerca y un padre en el exilio te obligó a madurar mucho antes de lo que te correspondía.
Si tú, con 19 años, ya habías conocido al amor de tu vida y lo teníais los dos todo tan claro. 
Si a mi edad hacía mucho tiempo que habías dejado de estudiar para ayudar en casa, porque la colaboración de dos brazos tan desinteresados y entregados como los tuyos nunca está de más y duele mucho cuando falta. Pero, aún así, tenías la letra más bonita que una abuela puede tener y una curiosidad que jamás se secó en 79 años y, joder, hay tantas cosas que se secan en muchísimo menos tiempo.
Si tus 19 años estaban ya llenos de historias, de viajes, de dolor y de felicidad. Porque, a pesar de todo lo malo, en las fotos siempre sales sonriendo.
Y qué raro hablarte en pasado cuando hace 3 meses te estaba llenando de besos.
¿Ves? Y por esto no me gusta crecer.