Soy de las que sale bailando empapada de la ducha, las que cuando están enfadadas lo pagan con él que no debe, de las que llora con las películas, con las series o con los finales de los libros. De las que escucha una canción mil veces porque le gusta. De las que no sale sin cámara de fotos. De las que canta cuando está sola en casa. De las que pone la música a tope sin importarle los vecinos. De las que se pega horas hablando por teléfono. De las que les gusta estar con sus amigas y de las que hay momentos en los que prefiere estar sola. De las que sonríe cuando en realidad se muere por dentro. De las que llora de alegría. De las que insisten después de ganarse el “no”. De las que quiere a alguien y no encuentra motivos para hacerlo y de las que no encuentran motivos para no hacerlo. De las que se emocionan cuando bailan en las fiestas. De las que cree que las cosas mejor hablarlas y si es a la cara, mucho mejor. De las que también defiende que “si no puedes decir algo bueno de alguien, no digas nada.” De las que piensan que el mundo puede cambiar en una noche porque lo vieron en una película. De las que se enamoran de los actores. De las que se rinde con facilidad, y de las que se arrepiente después de haberlo hecho. De las que le gusta tener todo organizado y tiene todo desordenado. De las que le entra la risa tonta. De las que regala abrazos. De las que buscan la magia en las palabras. De las que la encuentra. De las que defienden lo que creen hasta el final. De las que suele meter mucho la pata. De las transparentes. De las que prefieren la calidad antes que la cantidad. De las que hace todo lo posible por conservar a los amigos que se cuentan con los dedos de una mano. De las que escribe para desahogarse.
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