domingo, 18 de noviembre de 2012

Recordar debería de estar prohibido.

Hacía tiempo que no echaba de menos así. Ni con tanta frecuencia. No me acordaba de lo que era empezar de cero. Tenía tan dañado el corazón que lo creía encallecido, impenetrable. No recordaba los nervios que puede provocar una sonrisa, ni eso de mirar a alguien sin llegar a cansarte. Ni siquiera cerraba ya los ojos por un olor perfume. Y, cuando pensaba que lo tenía todo bajo control, que era yo quien manejaba mi corazón y la parte de mi cerebro donde guardo mis sentimientos, cuando creía que era fuerte por haber dejado de llorar y por no extrañar, cuando creía que ya no había palabras que me ilusionasen, cuando creía tener al amor comiendo de la palma de mi mano, nos presentaron.
 
Gracias por hacer que vuelva a creer en algo que tantas veces había salido mal.

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