lunes, 25 de mayo de 2015

Love is the only way

-¿Has cogido las llaves?
-¡Sí!
-¿Y el cargador del móvil?
-También lo llevo conmigo.
-Acuérdate de la botella de agua, por si te entra sed durante el viaje.
-¿Dónde está?
-La metí anoche en la nevera.
 Manuela sale de su cuarto arrastrando una pequeña maleta a la que poco le falta para abrirse de golpe y empezar a vomitar calcetines. Se escucha el ruido suave del roce de los ruedines de silicona con el parquet. Ya en la cocina, coge el botellín de agua de la nevera y la mete en su bolso. Se coloca sus gafas de Sol, que hace un segundo estaban sujetándole el pelo, que queda ahora revuelto.
-¡Eres la mejor, mamá!-Le da un beso en la mejilla y se dirige a la puerta.
-¡Llama cuando llegues!-escucha estas palabras justo antes de salir de su casa.
Hoy luce el Sol, no hay nubes. El pelo de Manuela comienza a clarear como cada mes de junio. Llega a la esquina donde ha quedado con Cori y ve su coche aparecer al final de la calle. Se acerca a la carretera y esconde el asa de su maleta para meterla en el vehículo. Cori sale a ayudarla y una vez con el equipaje ya cargado, se besan cariñosamente.
Entran en el coche y Manuela coge de la guantera un CD algo viejo pero que la vuelve loca, lo pone en el reproductor y sube el volumen.
-¿Qué tal has dormido?
-Casi no he dormido, ¡estaba muy nerviosa!
Cori esboza una media sonrisa.
Se conocieron en un concierto hace nueve meses. Manuela había ido con sus amigas para celebrar su cumpleaños y Cori había ido con algunos compañeros de clase. Tenían amigos en común y no les hizo falta nada más.
Manuela mira a Cori conducir y no puede evitar sentirse feliz. Van a la playa. Sus primeras vacaciones. Baja la mirada y, desde los pedales, repasa las piernas de Cori hasta llegar a su cintura, para acabar con los ojos clavados en su cuello: donde siempre empieza el juego.
Cori lo nota y, por un segundo, aparta la vista de la carretera para dirigirse a Manuela:
-Duérmete, anda, aún tenemos un largo viaje por delante.
Manuela se descalza, cruza las piernas, las coloca sobre el asiento y cierra los ojos.
Comienza a pensar.
Les ha explicado a sus padres que Cori es un diminutivo de César, que lo llaman así desde que era muy pequeño. Les ha hablado de los preciosos ojos azules de Cori y de lo alto que es. También les ha contado que juega en un equipo de fútbol y que está haciendo pruebas con otros tantos. Les ha comentado que, cuando salen de fiesta y a ella le empiezan a doler los pies por los tacones, Cori siempre le ofrece sus zapatos y que cuando van al cine nunca se queja si ven algún film romántico. 
Ahora, abre los ojos por un instante y mira a su izquierda. Y ve a Cori. A su Cori, que es diminutivo de Coral. Y a los preciosos ojos azules que Cori tiene. Es portera en un equipo de fútbol y tiene alguna oferta de otros clubes (nada que vaya a solucionarle la vida, pero por lo menos reconocen su talento), aunque Manuela sabe que a Cori le costaría mucho marcharse de su equipo actual, pues lleva muchos años jugando con sus compañeras y eso deja huella. Es alta, cuando van a besarse, los ojos de Manuela quedan siempre a la altura de la boca de Cori y le encanta repasar el contorno de esos labios. Es cierto que cuando Manuela ya no soporta sus tacones, Cori le cambia sus zapatos aunque no esté acostumbrada a incrementar su altura. Y nunca tienen problemas a la hora de escoger una película.
Manuela, hija de Guardia Civil y de funcionaria, sigue buscando las palabras adecuadas para describir a Cori, a su Cori. Y espera que, en este viaje, el mar se las susurre a través una caracola.

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